bienvenidos

Diario + Recuerdos = Mis Crisis Nerviosas

Para poder entender este blog, tienen que leer todo desde el principio. Se trata de una historia correlativa, la cual no van a entender si empizan desde la última entrada.
Las entradas que se titulan "Diario", siguen una línea aparte. Son opcionales a la biografía.
Espero que lo disfruten


DEDICADO A MI MEJOR AMIGA EN EL MUNDO MUNDIAL. Y A MI AMIGA LA DESAPARECIDA.

martes, 20 de julio de 2010

Diario: Felicidad (Segunda parte del día)


20 de julio (Día del Amigo)
Cambiando de tema, ayer fui a visitar a Noelia, mi querida amiga. Qué gusto volver a verla… Anoche le escribí una especie de carta de agradecimiento, y terminé llorando como una pelotuda. Todavía no pudimos hablar de si la leyó o no…
Se va a casar… buaaaa tuve que contener la emoción. Todavía no hay fecha, pero estoy tan emocionada como ella, creo. Como le dije en la carta, cuando se case, será como ver reflejada una parte de muy especial mi vida que ha llegado a su meta. Nada me haría más feliz.
Estoy tan contenta por ella, que ninguna otra mierda de mi casa podría cagarme en este momento. Y lo mejor de todo, es me compré unas zapatillas botitas de esas medio punkers que me encantan, así que estoy rebosando felicidad.
Felicidad y agotamiento.

Diario: Agotamiento (Primera parte del día)


19 de julio

Después de que el viernes me enterara de que al parecer tiene novia (una chica lo llamó en medio de la clase y después lo esperaba a la salida), llegué a la conclusión de que no es que me evita, pero se le acabó la onda, o algo.
Lo que sí evita, es mi mirada. Las pocas veces que se atreve a mirarme a los ojos, los desvía rápidamente. Qué puede significar, no lo sé.
Casi no tiene temas de conversación. A veces parece que se esfuerza por sacarme algún tema, pero es como que se traba. Incluso hoy, que me esperó para irnos juntos, caminamos prácticamente todo el camino en silencio. Después yo rompí el hielo, porque me sentía demasiado estúpida, incómoda.
Sinceramente, ya me está empezando a preocupar bien poco. Porque, repito, seguramente ya se dio cuenta de lo insulsa, amargada y poco atractiva que soy. Y eso por no mencionar a su supuesta novia. Qué cruel es la vida.

miércoles, 14 de julio de 2010

Diario: 2º entrada del día - Tocando fondo


Ojalá algún día pueda contar todo. Me dan ganas de contárselo al mundo entero; que el mismo mundo tome las represalias pertinentes, pero no tengo los huevos necesarios. Simplemente no puedo.
Cuando lo intenté a los 17 años, fueron las hormonas las que me llevaron hasta ahí. No, ahora que me doy cuenta, no fue eso. Sino que fueron todos los días de mi puta vida que me empezaron a pesar.
Y ahora miro hacia atrás y digo, qué bonito, 17 años. Hasta lo extraño; extraño ese infierno, esa Libertad que tenía dentro del abismo. Porque ahora, a tan solo dos meses de cumplir los 21, siento que cada maldito día que pasa, se me escurre la vida, se me escapa de las manos.
En este momento, acabo de salir de llorar del baño, un sitio bastante tranquilo, pero nunca del todo seguro. Estoy completamente harta. Me encantaría que alguien pudiera escucharme. Pero no tengo a nadie.
Me encantaría que la tonta de Débora no se hubiera dejado llevar por las habladurías cuando le empecé a confesar todo, muy de apoco para no asustarla. Al final la asusté. Y quién no lo haría, estoy pensando ahora, con lágrimas en los ojos.
Hace un año exactamente, tuve intenciones de quitarme la vida. Sí, fue en julio del año pasado. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Nada. No, me equivoco. Está todo peor, porque se me fue otro año de mi vida al pedo, sin haber podido hacer nada al respecto.
Después de escribir esto, ¿qué voy a seguir haciendo? Lo que hago todos los días: fingir que nada pasa. Que llevo una vida normal. Que vivo bien, que estoy satisfecha, que estoy alegre. Que salgo a la calle y no me siento sola. Que no me siento intimidada, maltratada, encerrada, ni nada.
Simplemente, que soy una chica que prefiere seguir viviendo su mundo imaginario que su realidad. Así de sencillo. Y ya no puedo seguir escribiendo, porque voy a mojar el teclado.

Diario: El vacío de un estómago


Y no por hambre. No. Hoy no dio señales de vida. Así de simple. Y eso que me había arreglado… hasta me había dejado suelto el pelo. Tanto para nada.
Para colmo me encontré con una “supuesta amiga” del instituto, y la muy boluda me miró de lejos y después se hizo la distraída y no me saludó. Eso me terminó de cagar el día.
Por suerte me encontré al Hombre Feliz, que por lo menos me alegró la mañana, ya que tuve una discusión con mi viejo (hoy también).
Ahora sí que sí, voy a tratar de que no me influencie. No quiero terminar como la última vez. Se acabó, en serio. Seguro que no me saldrá como yo espero pero aun así, lo intentaré.

martes, 13 de julio de 2010

Diario. ¿La decepción en toda su extensión?


(Nota: no lo pude postear ayer porque no tenía red)
Sí, sí. Leyeron bien el título. Aunque está en signos de pregunta, porque le doy el beneficio de la duda.
¿Qué pasó? Fui corriendo a la mañana, tenía clase a las 10, llegué ahí corriendo para estar 10 minutos antes (no sé ni para qué, pero bueno). Me sorprendí a mí misma un pelín nerviosa. Tan nerviosa como cuando… tuve mi última cita con Campos (sí, ahora puedo nombrarlo, ya no es más el innombrable). Lo que importa es que, llegué ahí, y no estaba. Esperé y esperé, pero no fue.
Todavía no entiendo por qué estuve tan decepcionada. Sentí así como un vacío. ¿Tanto quería verlo? ¿Soy tan estúpida? No, es que estoy muy sola. Otra explicación no se me ocurre.
Volví arrastrando los pies a casa. Después cuando llegó la hora de la clase de la tarde, me lo tomé con calma. O sea, esperaba verlo, pero ya iba preparada. En el camino, me puse los auriculares escuchando bien fuerte “Slept so long” (Dios, qué temazo). Y sobre todo recalcando la parte del “… and fuck it up…!!”.
Me dije, “no tenés que ilusionarte tanto. Es sólo un chico. Un chico cualquiera. Puedo seguir viviendo sin él. Además, no lo conozco de nada. Dejá de ser una Himono-onna*” etc etc.
Llegué, y no había nadie (sólo la argentina-pesada). Subí, sin importarme nada, y me puse a hacer unos tests. La gente seguía llegando, pero él no. Hasta que llegó.
Ay por Dios.
Se quedó parado mirándome un segundo, muy sutilmente y disimulando, pero estoy segura de haberlo visto, no me lo imaginé. Se acercó a mí (sonriendo), me saludó y me hizo un gesto para que sacara mi bolso de la silla de al lado para él poder sentarse.
Respirar, respirar.
Lo primero que me dijo fue (palabras textuales) “creí que estabas desaparecida”.
Ay, la P.M.
Siguió con la onda de siempre. Juraría que se acercó un poco como para saludarme con beso pero como yo ni bola, retrocedió (jaja). Me preguntó qué me había pasado, etc etc.
Todo bien simpático.
También me habló DURANTE la clase… y esas cosas. Al final, me esperó para irnos. Se hacía el distraído, pero me esperaba. También, los primeros metros, los hizo en silencio, como si yo no estuviera ahí. Después “se acordó” y me siguió hablando.
No me saludó con beso, se fue medio rápido.
Sí, quizás eso fue lo raro. Aunque no tiene nada de malo. Seguramente se dio cuenta de lo idiota que soy, de lo gorda que estoy, o de lo poco interesante que puedo llegar a ser.
Lo importante es que, le tiré la onda de que voy a ir a la mañana. Él me confesó que dejó de ir porque no se podía levantar (me lo dice a mí, que me acuesto a las 12 o 12.30 y me levanto a las 6.15 para estudiar japonés). El caso es que dijo cosas como “voy a tener que venir”, etc.
Si mañana viene, ENTONCES VOY A SABER QUE LE GUSTO.
Así de claro, no hay más historia.
¿Por mi parte? Sí, confieso que me gusta un poco. Pero creo que tampoco para tanto. Es que me emocioné de más, diría yo. Y tampoco sé si quiero ahora mismo intentar hacer una especie de “amistad” con alguien.
Bueno, eso es todo por hoy. Mañana, más y mejor (eso espero). Gracias por aguantarme.
PD: qué inteligente es, el muy h.p.

domingo, 4 de julio de 2010

DIARIO DE UNA OTITIS ANUNCIADA


Sí. Ha vuelto. Esta vez debutando en mi oído izquierdo. LPMQLRP. No me lo puedo creer…
Ayer me había empezado a doler el oído, y pensé “no puede ser, deben ser imaginaciones mías”. Pero hoy me desperté a las 6 y pico de la mañana, por el dolor. Genial. Justo cuando mi vida comenzaba a ponerse mínimamente interesante.
¿Iré mañana a la autoescuela? Es la pregunta que acecha sobre mi mente. Lo dudo. Si el dolor empeora, voy a tener que quedarme en casa, por si me dan mareos. No puede ser, no puede ser…
Son tan desdichada…
También tuve una fuerte discusión con mi papá. Resulta que ahora la culpa es mía de que me salga la otitis. Ahhhh, mirá vos. No sabía yo eso. Si lo hubiera sabido antes, a lo mejor hubiera podido evitar las 2 anteriores, también, ¿no?
¡¡¡Esto es increíble!!! (como didría Tsukushi Makino). Y yo todavía sigo pensando en ese chico con tan (¿buena?) onda…
Bueno, esto es todo por hoy, o al menos por ahora. Gracias por leerme y hasta la próxima.

sábado, 3 de julio de 2010

Diaro; Volúmen de una miedosa (Cap II)


Yo siempre que entro en la clase, me agarro unos test para ir practicando durante la clase. Pero esta vez, como entré ACOMPAÑADA y, sobre todo, con un chico que ME ESTABA DANDO BOLA MÁS QUE PARA PEDIRME ALGO INDISPENSABLE, no los agarré, y me puse a pensar en qué iba a hacer a la salida. Decidí no quedarme a hacer los test, porque si no me equivocaba, iba a querer hablar conmigo.
Y no, no me equivoqué.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Sí, me dan ganas de gritar. Creo que estoy haciendo un mundo de una pelotudez, pero bueno, no me importa.
Me esperó, salimos juntos… bueno, lo típico. Cuando estábamos en la entrada de la autoescuela nos paramos ahí para hablar unos minutos. Le confesé que soy argentina y… CHAN. ÉL TAMBIÉN.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.
Dejé de pensar en él como un “españolucho” (pido perdón si algún español está leyendo esto, pero yo con los hombres españoles, no me llevo). Ok. Era argentino. Digo, ES argentino. Mientras me hablaba, me empecé a fijar en otra cosa (sí, era así como cuando Homero Simpson se pone a pensar en otra cosa mientras le hablan, sólo que yo tengo la gran capacidad de hacer las dos cosas a la vez. También puedo ocultar mis emociones; justamente esto último lo descubrí ayer). El caso es que me empecé a preguntar, “¿este chico me está tirando la onda a full o me parece a mí?” yo creo que no me lo parecía, eh.
Después me preguntó por dónde vivía, para ir caminando juntos obviamente (no piensen mal, jeje). Coincidió que teníamos un trecho compartido, por lo que seguimos nuestra ruta, charlando alegremente.
Cuando llegó el momento de separarnos, se paró y seguimos hablando, bla, bla, bla. (Ya no había ninguna duda de que me estaba tirando la onda, mal, pero maaaaaaal).
Ahora sí que viene lo bueno.
Cuando nos despedimos…
Me saludó con dos besos.
Mierda una vez más.
Cabe aclarar que los dos besos en España equivalen al típico beso en Argentina, o sea, uno solo. Es lo mismo.
Yo ya cuando vi que tenía pensado hacerlo pensé “ay no, no por favor, esto no puede estar pasando”. Pero sí.
Y después mientras se alejaba se volvió para decirme un “encantado…”.
Mierda, por enésima vez.
Aquí fue cuando descubrí mis dotes para ocultar mis sentimientos. Porque yo en ningún momento me mostré nerviosa ni nada. Es más, en realidad no es que estaba nerviosa. Es que… no sé.
Obvio que el chico me hacía “tilín” pero… es que no me lo podía creer. Que se le va a hacer, estoy muy sola.
Seguí mi camino, pensando en… bueno, ya se imaginan. Repitiendo una y otra vez lo que acababa de pasar. Y empezó a llover.
Sí, así como en la típica serie-película romántica, cuando la chica o el chico tiene dudas o algo así. Y yo sin paraguas (también típico).
¿Por qué tengo dudas? Porque no sé a quién pertenece mi corazón. No sé si estoy preparada para algo así, ahora mismo. Tampoco lo conozco de nada al chico…
Vamos a poner los pros y las contras:
PROS
Es lindo O.O
Es simpático.
Me da bola.
Es argentino (quizá sea lo que más me convenció, o lo que me TERMINÓ de convencer)
Estudia
Le gusta que yo estudie O.o
CONTRAS
Según mis cuentas, y por lo que me dijo (que se vino a España en el 89 con cinco años), tiene 25. Un pelín grande para mi gusto, pero bueno, aparenta menos. Ahora dirán el versito ese de “la edad no importa”. A mí sí que me importa, carajo. No es lo mismo que una inocentona como yo salga con uno de 20-21 que con uno de 25…
Creo que le estoy dando demasiada cabida a este asunto, y a lo mejor sólo está jugando conmigo. Sí, soy muy, pero que muy desconfiada.
¿Otra contra? Mmmmmmm… mi viejo. O.o
(sí, ahora ya se hizo indispensable poner el ojón)
¿Alguna cosita más? Creo que no. Pero da para mucho que pensar, ¿no?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE ALGUIEN VENGA A SALVARME!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Diaro; Volúmen de una miedosa (Cap I)


Ayer me pasó algo muy raro. Pero mejor empecemos con anteayer.
Anteayer me encontré con el Hombre Feliz. Qué felicidad. Aunque suene sarcástico, lo digo en serio. Es que lo ves caminar, y ya te alegra el día.
¿Quién es el hombre feliz? Cuando vivía en la otra casa, era mi vecino. Ahora también lo sigue siendo, pero casi nunca coincidimos, lo cual es una pena, porque es un amor.
Justamente el otro día, me dijo cuántos años tiene. 40. Parece menos, siempre sonriente. Es tan amable… pero no es pegajoso. Porque ustedes ya saben que con mi “buen” humor, me dan asco los apodados “boludos/as alegres” (sobre todo /as).
¿Más datos sobre él? Para que se hagan una idea, y para LAS que leyeron mi novela, el personaje Beto está inspirado en él. No está demasiado bien plasmado, pero es un comienzo. Realmente es muy buena persona, siempre alegre… aunque la madre nos contó un día que ha sufrido mucho (sí, aún vive con la madre). Pobre.
Después, cuando llegué a casa (absolutamente feliz por haberlo visto, incluso lo vi 2 veces ese día, y la segunda me paró para hablar un rato) me enteré de la triste noticia de lo de mi querida abuela Maruca. Que en paz descanse. Vivió muchos años, así que estoy segura de que está contenta de haberse reencontrado con su hijo.
Creo que ya va siendo hora de que cambiemos de tema. Bueno, ¿qué es eso tan misterioso que me pasó ayer? Que conocí a alguien (en este momento pondría el emoticono ojón pero naaaaa).
Ayer llegué tarde a la clase de la mañana. Yo no soy de las que llegan tarde, soy de las que llegan bastante temprano, pero es que me parece una falta de respeto que la profesora llegue tan justa de tiempo, o incluso tarde, TODOS LOS DIAS, y ella como si nada. Así que ahora salgo más tarde de casa, y justo el día que llego con el tiempo justo, es el día que ya había empezado la clase (emoticón de la gota).
Bueno, a mí me importó una mierda, porque no me pueden decir nada. El caso es que le había llevado varias preguntas para hacerle, de estas bien largas y liosas, y tenía miedo de que ya se hubiera adentrado en el temario (uuuy, que miedo…). Pero al parecer no. Empecé a largarle las preguntas, y al final terminaron casi ovacionándome. Soy impresionante. Los de adelante echaban miradas hacia atrás para verme, y los de atrás se acercaban para verme mejor (típico). Pero como yo ya de eso estoy más que harta, me dio por el culo, y seguí con mi nueva actitud adoptada últimamente (la del estilo medio-emo, aunque no me sale muy natural).
Cuando terminó la clase, me quedé a hacer los test un rato, y después me fui, embarcada en mis nuevos gustos musicales de Arashi y Kanjani8 (un cague de risa, le levantan el ánimo a cualquiera, si conmigo pueden). Después a la tarde, ya llegué con más tiempo, porque me aburría en casa (qué larga la estoy haciendo, pero ahora viene lo mejor).
Yo estaba apoyada contra la pared, esperando que abrieran, cantando en silencio, y veo que se me acerca un chico, no sé de dónde, preguntándome si estaba cerrado. Claro que estaba cerrado, si no ya hubiera entrado. Después se me quedó mirando, como dudando. Fue muy gracioso. Como mi vida social es muy precaria, me decidí a sacarme los auriculares para seguir dirigiéndole la palabra, diciéndole banalidades tales como “siempre llega tarde”, etc.
Después no se me ocurrió nada más, y tenía pensado volverme a introducir en la música japonesa, pero me volvió a hablar, haciendo comentarios sobre las preguntas que había hecho por la mañana. Sí, él había sido uno de los que se me había quedado mirando, después me di cuenta. Lo que pasa es que era su primer día, y ni siquiera había memorizado su cara (no me había fijado bien, y la verdad me lo estaba perdiendo). Llegados a este punto, me puse a observarlo bien.
Ojos verdes claro. Morocho. ¿Morocho? Ay, no me acuerdo si era negro o marrón oscuro. Un poquito más alto que yo, no mucho. Le daba 20 o 21. Flaco. Cuerpo interesante. Jajajaja ¡¡¡como sonó eso!!!! Mientras él me hablaba, pensé que era muy simpático. En seguida llegó la profesora, subimos a la clase y…
SE SENTÓ AL LADO MÍO, ASÍ COMO SI NADA.
Tragué saliva y traté de mirar para otro lado, respirando, relajándome. JAMÁS se había sentado nadie a mi lado por gusto (hablando del sexo opuesto). Bueno, también hay que exceptuar a mi “ex” Campos. Pero eso es lo de menos ahora, porque a él había que tirarle varias indirectas. PERO AHORA ME LAS TIRABAN A MÍ.
Mierda.
Me siguió hablando amablemente hasta que empezó la clase. O sea, no me pude concentrar casi nada. En primer lugar, siempre había estado sola en la autoescuela. La silla en donde él se había ubicado, siempre había estado vacía, y del otro lado estaba la pared. O sea que ya estaba incómoda. Después, llegó un chico alto y se sentó delante de él, que se cambió para dejarlo ver. Más tarde, llegaron unas boluditas que ocuparon esos asientos también, pero como eran los únicos que quedaban… ACERCÓ SU SILLA A LA MÍA.
Mierda otra vez.
Estábamos prácticamente a 30 centímetros, una distancia que se me hacía MÁS que incómoda. Ahí quedó casi toda la clase, no sé ni cuándo se acomodó de nuevo (porque además había inclinado su cabeza a la mía, ay Dios).
Ahora que me doy cuenta, todo esto suena un poco raro. Y es que LO ES.
Si quieren saber más, sigan con el siguiente capítulo… (lo dividí porque es muy largo)
CONTINUARÁ

sábado, 19 de junio de 2010

La inocente historia de una inocente (Volúmen II)


Continuemos con la historia de la muchachita dolida. No. No se crean que la estoy pintando como a una víctima. Nada que ver.
En ese entonces, coincidió que se puso a entrenar muchísimo. ¿Coincidió o se refugió en eso? Quién sabe (ni ella lo sabe). El caso es que jamás borró a su antiguo amigo del msn. Tampoco borró sus fotos, aunque las enterró en lo más profundo de la memoria SD de 1Gb. Todo lo que le recordara a él, lo dejó bien bajo tierra, tanto en sus recuerdos como en lo material. Aunque no le fue nada fácil, créanme.
Quizás para desquitarse, quizás porque se sentía sola, quizás porque se veía despechada, volvió a llamar a su ex, el cual volvió a engañarla. Pero esa es otra historia, que no extenderé ni aquí ni ahora.
El tiempo fue pasando, y en abril 2009, le robaron la contraseña del msn a lo pobre chica. Pataleó, pidió ayuda, y hasta rompió un par de almohadas a golpes, pero no pudo recuperar sus contactos. Sin embargo, desenterró de la memoria aquella dirección de Hotmail que una tarde de verano de hacía más de un año le había dicho a su querido amigo que nunca se la cambiara, pasara lo que pasara. Ella no podía saber que le había hecho caso, ya que pensaba que todo lo que se habían dicho había sido una mierda mal cagada.
Así fue como en septiembre de 2009, tuvo por primera vez internet en su casa. ¿Y qué fue lo primero que hizo? Buscarlo. ¿Por qué? Porque en el fondo ella no le guardaba rencor. No. Por supuesto que no se había olvidado de lo que le había hecho, pero, como ya expliqué antes, ella en su interior SABÍA que iba a ocurrir. Era obvio.
La sorpresa la recibió al otro día cuando le devolvió el correo. Cuando lo leyó casi le da algo, a la pobre. Últimamente no había tenido ningún tipo de vida, y eso ya era demasiado. Incluso había entrado en una depresión demasiado grande, llegando incluso a contemplar el quitarse la vida (ya de inocente no le quedaba ni el recuerdo).
¿Quieren saber más? Pero ahora no quiero escribir más… escribir esto es bueno, pero a lo mejor la chica esta se está empezando a deprimir un poquito, así que voy a ir a consolarla, invitándola a navegar un ratito por la red. Espero que sepan comprenderme.
(CONTINUARÁ)

nota: esta historia no está basada en hechos reales. Cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia.

viernes, 18 de junio de 2010

La inocente historia de una inocente


Había una vez una niña inocente de 16, que iba al instituto de La Guía en un monte cercano al Culo del Mundo (localidad cercana a la Concha la Lora). Como todos los días de su vida, se aburría, y, como era adicta a internet, y no tenía ni computadora en casa, había de conformarse con usar la de su colegio, además de una que se encontraba en un Centro Cívico del barrio (lugar sagrado para esta chica).
Un buen día, se le dio por conectarse al chat de Yahoo (ahora extinto). Era un día de semana, bien temprano en la mañana, a eso de las 9 am. Esta chica no se acuerda bien si aquel día se había rateado de las clases o si simplemente había huelga en el colegio (cosa muy habitual). El caso es que buscaba a alguien con quien pasar el rato, y como no quería saber nada de gallegos, fue al la sala de Argentina. Casi no había nadie, sólo algunos noctámbulos y/o sonámbulos. También había vampiros, y otros bichos de la noche. Uno de ellos se dignó a dirigirle la palabra a esta solitaria e inocente niña. El chico le pidió el msn, y ella de muy buena onda, se lo dio.
Comenzaron a chatear cada tanto, y un día el chico (que era un provocador, aunque no llegaba al grado de pervertido sexual), le preguntó si tenía novio. Ella le dijo que no, y le devolvió la pregunta. Él le contestó, “sí vos”. Ella,, como era tan inocente y bien educada, se pensó que el muy tarado le había vuelto a preguntar la misma pregunta, y le escribió algo así como “ya te dije que no”; a lo que él le contestó, “no, vos sos mi novia”. Esa frase, esta niña se la guardaría para el resto de sus días, aunque en ese entonces, no podía saber que se las iba a acordar a lo largo de los años.
Después de un tiempo, empezaron a hablar más seguido. La chica ya había dejado de ser tan inocente, pues había pasado por toda clase de pruebas que la vida gallega le había deparado, y sólo tenía a este amigo para hablar. Se escapaba de clase para ir a conectarse, hacía LO IMPOSIBLE por conseguirlo. Más adelante, se enteró de que ese chico estaba planeando viajar a España. Sí, a España. Sólo que al otro lado del país, a unas pequeñas y aburridas islas llamadas “Las Baleares” (“tierra de rafanadal”).
Qué bonito, qué ilusión, se decía la chica. Ahora no tendremos que preocuparnos por el cambio de horario. Todo era más cómodo. Hasta podían hablar por teléfono. Era como vivir en una nube de ilusión y fantasía.
Un lindo día de primavera, tuvieron una conversación muy reveladora, que hablaba de cosas hasta ahora inauditas, tales como “conocerse”, “esperarse”, “viajar”, “tiempo”. La niña se lo creyó, y el chico se lo prometió, aunque ella en el fondo sabía que era una ilusión, un sueño que jamás se cumpliría. También le confesó que no quería que la “esperara”, por su propio bien, aunque él se lo prometió igual.
Pasó el tiempo, y aunque la chica terminó el colegio, y seguía sin internet, seguían en contacto mediante el celular, hablando siempre que podían. Ella se conectaba al wap, se mandaban sms, etc, etc…
Siguió pasando el tiempo, y ella empezó a sentir de que se estaba olvidando de ella. Un día, decidió conectarse sin avisar, y se llevó una sorpresa al encontrarse un “no sé qué te quiero no sé cuánto”. Ella le recriminó no habérselo dicho, le preguntó desde cuándo... todo entre lágrimas. La chica lloraba porque en el fondo lo sabía. Ella sabía que eso sucedería, pero lo que más la había lastimado, era el hecho de que no se lo había confesado.
Él le pidió que siguieran siendo amigos, y ella le escribió algo así como “si, pero ya no será igual después de esto…”. Las mentiras y traiciones habían formado parte de su vida, y quería terminar ya con todo. Se conectó un par de veces más, pero era demasiado doloroso hablar con él. Decidió no volver a hacerlo.
(CONTINUARÁ)

nota: esta historia no está basada en hechos reales. Cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Después de más de un mes de sequía...


Podría empezar este episodio con insultos, pero creo que eso sería caer demasiado bajo. En este momento lo único que necesito es algo para destrozar, o algo para martillar. También me sirve un pedazo de papel para arrugarlo con furia. Por suerte encontré el papel frustrado de la quiniela, aunque era demasiado chiquito. Ahora si me disculpan, voy a apretar letras sin sentido hasta que se me restaure la respiración. Gracias por entenderlo.
Ajskdlfñalkwjerñaoikjuñizñxmcvnñlkszjfñalikjwerpñoituqapwoieur4o8ura4lñjkahñslkfjgñalskfjgñalksjfga`ñoiwrjutpoiwur4t89u4098uwqalñwrkjhgñalkfñlkgvansdf.,mnvasñfga´sofa`´wspra´`srgfàsgpa`r`gàsfogkajsfñglkajnsrgçawrpkgtçaqwrogtaççsrfgçasfpgkja
Creo que ya está.
No, no. No lo odio, ni nada de eso. Lo extraño es que me enfureció, pero creo que en el fondo no estoy tan molesta. Ayyyyy no sé por qué. No entiendo nada. Lo único que sé, es que le retiro la palabra hasta que me explique qué pasó. Aunque claro, si se la retiro, él ni siquiera sabe el por qué, o sea entraremos en un círculo vicioso. De nunca acabar. Estoy harta ya. Ni siquiera sé qué más escribir.
Saben lo que pienso? Que ni siquiera se merece que le esté dedicando mi tiempo, ya que él en este momento debe estar durmiendo tranquilamente, o a lo mejor está con su noviaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Ay, perdón, se me fue la tecla.
Bueno, ya se acabó. Encima está el bebé llorando. Lo único que me queda es ponerme a comer chocolate, justo que ya había bajado dos quilos…
Acabo de leer esta mierda sin sentido, y la verdad, para vos que la lees, te compadezco. Perdona por escribir semejante pelotudez. No es digno de una escritora prestigiosa como yo.
Mejor ya lo dejo acá. Gracias por leerme…

miércoles, 17 de marzo de 2010

Diario. Volúmen melancólico



Esto lo escribí la semana pasada, y no lo había podido publicar por problemas de conexión...


a veces me pregunto… ¿realmente merezco la vida que estoy viviendo?
Puede resultar un poco estúpido, pero me lo pregunto a menudo. Probablemente cometí tantos errores en mi pasado que ahora el destino me lo está devolviendo cruelmente. No lo sé.
¿Qué es lo que hice? ¿Ser egoísta? Creo que no. Puedo fingir serlo, pero no lo soy. Se los aseguro.
¿Entonces qué es? Porque a mí no se me ocurre nada más…
Si hay algún adjetivo que me identifique, o una cualidad, es que tengo muchísimo aguante. Tanto, que para la mayoría de la gente normal resulta imposible. Seguramente por eso me excluyeron cuando estaba en la secu. No me creyeron que fuera capaz de soportar semejante carga, ya que para un ser humano ordinario (como la mayoría de esta gentuza que vive en este país repugnante) es completamente impensable.
¿Será una virtud, este “aguante” o un defecto? Me gustaría encontrar la respuesta a todos estos interrogantes. Me gustaría que alguien viniera a consolarme. Pero no. En realidad no lo quiero. No me gusta que la gente se compadezca de mí. No estoy acostumbrada. Y además, no lo necesito. ¿O sí? *suspiro*
Estas puntiagudas preguntas retóricas se quedaran ahí, como preguntas que se las lleva el viento, el tiempo. A nadie le importa más que a mí. Todos los días intento mantenerme ocupada para que esta voz tan preguntona no me moleste con sus interrogantes. ¿Y saben qué? Muchas veces lo consigo. Por eso tengo aguante, por eso soy fuerte.
Salvo ahora, que no tenía nada que hacer, y la nube negra volvió a mi cabeza, para atormentarme como en mis peores momentos.
Gracias por leerme, hasta la próxima.

jueves, 11 de marzo de 2010

2º BAC (PARTE II)


Sí, era muy jodido estar sola en todas las clases, en la cafetería, en el recreo, en los pasillos… Mi iPod llenaba el vacío poniendo parches mal pegados, lo cual me sanaba por momentos. O al menos cortaba la hemorragia.
Me dediqué a buscar gente por internet. Fue bastante divertido. Muy arriesgado, debo admitirlo, pero yo en esos momentos estaba ciega de rebeldía. Qué bonito…
Conocí a un uruguayo militar con el que salí en varias ocasiones. Para serles sincera, me dediqué a jugar con el bastante maliciosamente. No era mi intención, pero así lo fue. Íbamos en el auto de acá para allá, haciendo “esto” y “aquello”. Un buen día quiso llegar hasta el final, y yo lo saqué prácticamente cagando. Sí… tampoco era para tanto. Una cosa era pasar un buen rato, y otra muy diferente entregarle mi cuerpo a un completo desconocido.
El otro con el que salí, nos vimos una vez y después me dejó plantada. Por suerte, yo ya me lo esperaba, y no fui a la cita. En vez de eso, me fui a la casa de mi querida amiga Noelia, y la pasamos en grande aquella tarde.
Pero me adelanté un poco a los acontecimientos. Bueno, en realidad estoy contando todo de forma desordenada.
Los primeros meses (más precisamente el primer trimestre) fue el más jodido de todos. Me dedicaba a escaparme de clases, para ir a la biblioteca. ¿Nadie se daba cuenta? Sí, pero como las bibliotecarias me adoraban, no decían nada. Eran dos soles. Y no solo ellas. Tenía a mi queridísimo Agustín (el jefe de estudios) de mi lado. Si le decía que estaba enferma, él se lo creía, e incluso se preocupaba por mi salud. Pobre. Muy pocas veces me atreví a mentirle, porque le tenía mucho respeto. Un día me había quedado sin crédito en el celu y le pedí dinero para llamar, delante de toda la clase, para que reventaran. Me lo dio y hasta me regaló el vuelto. Pero esa vez era una emergencia, no me acuerdo qué había pasado en mi casa y necesitaba llamar sin falta. En fin, lo que le pidiera me lo daba. Hasta ayudarme en los exámenes :P.
Durante el segundo trimestre, mis compañeros se fueron acostumbrando a mi presencia, y pasaron de hablarme “sólo lo estrictamente necesario” a incluirme en algunas conversaciones, por ejemplo cuando nos quedábamos a comer. También me invitaban a jugar a las cartas durante los recreos en la mesa del profesor, y me fui haciendo amiga de nuevo de los de mi clase. Ayudó muchísimo que a Débora la trasladaran a la otra división, ya que había elegido otras materias (no voy a entrar en detalles sobre eso ahora).
Bueno, me la pasaba bastante bien, tengo que reconocerlo. Pero claro, a la hora de la verdad, siempre me excluían. Un par de veces me invitaron a salir al “botellón”. Pero no acepté. Primero de todo, a mí no me va eso. Y segundo (y lo más importante), mi querido progenitor no me dejaba salir de noche. Así que TOTALLY IMPOSSIBLE.
Próximamente: pascuas 2007. No se lo pierdan.
CONTINUARÁ

miércoles, 10 de marzo de 2010

2º BAC - 17 AÑOS (PARTE I)


Ya les conté mis aventuras en 1º de Bachillerato. Ahora se abre un nuevo capítulo en mi vida, quizá el más importante, pero bueno, no estoy segura, ya que sin 1º de BAC, 2º no sería nada.
El primer día de clase, nadie me saludó. En el fondo me lo esperaba, pero créanme que fue más duro vivirlo en carne propia que imaginármelo. Había estado hablando con mis dos amigas del colectivo, pero a la hora de ir a clase, todos hicieron como si yo no existiera.
Las mesas estaban puestas de a pares, en solamente dos filas (porque íbamos a ser escasamente 13 personas), y todos corrieron a conseguir un lugar en la fila de al lado de la pared (y lo más atrás posible). Yo como no tenía ninguna prisa, caminé lentamente hacia la última mesa de la otra fila, y antes de que pudiera poner mis cosas sobre ella, la tarada esa “amiga” de Débora, (sí, la misma de siempre), agarró las dos mesas y las arrastró a la otra fila, con lo cual sólo quedaron 3 pares de mesas en la que me iba a sentar yo. Me acomodé en la que había quedado atrás de todo ahora, después de lanzarle una mirada fulminante a esa estúpida y a todos los malditos seres vivientes que se habían sentado todos juntitos como ovejitas. En las mesas restantes, es decir, la de al lado mío y las cuatro de adelante, se sentaron chicos que no conocía: repetidores.
Intenté no mirar a mi nuevo compañero, que no paraba de lanzar risotadas con sus amigotes, y me dediqué a reírme sola de nuestra querida nueva tutora María Antonia (todo un personaje…) que acababa de entrar.
Cuando pasó lista, casi me morí. Campos estaba ahí. Mierda se me escapó el nombre, me siento como Harry Potter. Bueno, volviendo al mundo real, no me esperaba que repitiera, ya que tenía fama de buen alumno (casi de nerd). Lo malo era que sólo iba a asistir a dos clases, que eran las que le habían quedado pendientes (matemática y física).
Voy a destacar algo muy importante, que me dolió muchísimo, y fue el hecho de que ni siquiera Julio me saludara. Tenía la esperanza de hacer las paces con él, pero al parecer él no tenía intención de mirarme.
La vuelta a casa fue muy dura. No durante el camino, que lo hice en el cole como casi siempre, sino cuando ya estuve en mi cuarto. Fue muy jodido sentirme tan sola. Incluso me vuelven las lágrimas a los ojos en este momento…
Pasaron un par de semanas, y, después de mi cumpleaños, transcurrió un par más. El-que-no-debe-ser-nombrado me sacó conversación como si nos habláramos desde hacía años. Les juro que tuve que recuperarme rápidamente del susto, de cuando vi que se agachaba al lado mío para ponerse a la altura de mi silla.
A partir de ahí nos hicimos amigos, y era obvio que había onda. Pero nada más, por el momento. Y espero no tener que seguir detallando nuestras “vivencias”. Ya ven, dije que ni iba a nombrarlo, pero es que es inevitable.
CONTINUARÁ

2º BAC (17 AÑOS) PARTE I

Ya les conté mis aventuras en 1º de Bachillerato. Ahora se abre un nuevo capítulo en mi vida, quizá el más importante, pero bueno, no estoy segura, ya que sin 1º de BAC, 2º no sería nada.
El primer día de clase, nadie me saludó. En el fondo me lo esperaba, pero créanme que fue más duro vivirlo en carne propia que imaginármelo. Había estado hablando con mis dos amigas del colectivo, pero a la hora de ir a clase, todos hicieron como si yo no existiera.
Las mesas estaban puestas de a pares, en solamente dos filas (porque íbamos a ser escasamente 13 personas), y todos corrieron a conseguir un lugar en la fila de al lado de la pared (y lo más atrás posible). Yo como no tenía ninguna prisa, caminé lentamente hacia la última mesa de la otra fila, y antes de que pudiera poner mis cosas sobre ella, la tarada esa “amiga” de Débora, (sí, la misma de siempre), agarró las dos mesas y las arrastró a la otra fila, con lo cual sólo quedaron 3 pares de mesas en la que me iba a sentar yo. Me acomodé en la que había quedado atrás de todo ahora, después de lanzarle una mirada fulminante a esa estúpida y a todos los malditos seres vivientes que se habían sentado todos juntitos como ovejitas. En las mesas restantes, es decir, la de al lado mío y las cuatro de adelante, se sentaron chicos que no conocía: repetidores.
Intenté no mirar a mi nuevo compañero, que no paraba de lanzar risotadas con sus amigotes, y me dediqué a reírme sola de nuestra querida nueva tutora María Antonia (todo un personaje…) que acababa de entrar.
Cuando pasó lista, casi me morí. Campos estaba ahí. Mierda se me escapó el nombre, me siento como Harry Potter. Bueno, volviendo al mundo real, no me esperaba que repitiera, ya que tenía fama de buen alumno (casi de nerd). Lo malo era que sólo iba a asistir a dos clases, que eran las que le habían quedado pendientes (matemática y física).
Voy a destacar algo muy importante, que me dolió muchísimo, y fue el hecho de que ni siquiera Julio me saludara. Tenía la esperanza de hacer las paces con él, pero al parecer él no tenía intención de mirarme.
La vuelta a casa fue muy dura. No durante el camino, que lo hice en el cole como casi siempre, sino cuando ya estuve en mi cuarto. Fue muy jodido sentirme tan sola. Incluso me vuelven las lágrimas a los ojos en este momento…
Pasaron un par de semanas, y, después de mi cumpleaños, transcurrió un par más. El-que-no-debe-ser-nombrado me sacó conversación como si nos habláramos desde hacía años. Les juro que tuve que recuperarme rápidamente del susto, de cuando vi que se agachaba al lado mío para ponerse a la altura de mi silla.
A partir de ahí nos hicimos amigos, y era obvio que había onda. Pero nada más, por el momento. Y espero no tener que seguir detallando nuestras “vivencias”. Ya ven, dije que ni iba a nombrarlo, pero es que es inevitable.
CONTINUARÁ

lunes, 8 de marzo de 2010

Epílogo II


El siguiente capítulo de mi emocionante vida no tiene demasiado sentido, pero prometí contarlo, acá va.
En Argentina, cuando estaba en 6º grado, mi papá quiso llevarme a alguna actividad “extraescolar” que tuviera algún tipo de ejercicio físico. A mí no me gustaban las artes marciales, pero al final me convenció para ir a karate. No era algo que me agradara especialmente, pero tampoco le pude decir que no. Es más, se lo dije, pero prácticamente me obligó, como hizo con todas las cosas que emprendí en mi vida (o casi).
Por supuesto no llegué a mucho. En un año no pasé del cinturón blanco. Tampoco la pasé demasiado bien, porque eran todos chicos, y más grandes que yo, por supuesto. Qué aburrido. Y cuando me tocaba contar en japonés y en voz alta, pasaba una vergüenza que me moría.
Durante mi estadía en el colegio Possumus (3º y 4º ESO), fui a judo con mi hermano. Se hacía en el gimnasio del colegio, y asistían la mayoría de mis compañeras, que ya eran todas cinturón marrón no-sé-cuál Dan. O sea, que estaban a punto de ser cinturones negros.
La profesora era muy simpática. La clase era un bodrio. Nos mezclaban a chiquitos de jardín con las bestias de los últimos cursos de la secundaria. Imagínense lo que era eso.
Nosotros teníamos que arrastrar las colchonetas para formar el TATAMI. Con todo lo que esto suponía: teníamos que aguantarnos el puto polvo que salía de ellas (y encima yo con alergia), esquivar a los pibitos (que jugaban a sus anchas mientras los grandes hacíamos el trabajo), ayudar a los nenitos a sacarse las zapatillas y cambiarse, y todo tipo de pelotudeces de ese estilo. Y, por cierto, odio cuidar nenitos. Ni que decir que todo este asunto nos hacía perder más o menos media hora de clase.
Pronto me fui dando cuenta que la profesor aprovechaba esta situación para no hacer nada, y que se fuera pasando la clase con el menor esfuerzo posible. Se la pasaba tomando lista (no sé ni para qué), y, lo peor de todo, hacía que le pagaran UNO POR UNO (y eramos como 30), EN EL TIEMPO DE LA CLASE. Con eso se perdía otra media hora. Y como la clase era una vez por semana, hagan cuentas de cuánto perdíamos. Ella como si nada.
La simpática profesora me compró con que me iba a subir de nivel de cinturón, porque no podía ser que los pibitos de jardín tuvieran más rango que yo. Con esto tengo que explicar, que ella no hacía exámenes, como en cualquier arte marcial, para pasar de nivel. Nos pasaba un grado por año, medio por semestre, aprovechando las exibiciones que hacíamos dos veces por curso (con las cuales también perdíamos mucho tiempo ensayando…).
El caso es que casi no aprendíamos técnicas, era más bien una especie de juego entre todos los cursos del colegio. Pero bueno, igual me la pasaba bastante bien.
En 4º, se inventó una nueva forma de facturar. A los de secundaria nos dijo que podíamos ir también los viernes, donde daríamos clase con mayor seriedad. “entrenamiento duro”, dijo. Sonó bien. Al principio.
Mis compañeras y el resto de chicos que iban a la clase de los viernes, asistían al gimnasio donde impartían clases varios profesores de judo, por lo cual estaban avanzadísimos. O sea, en ese gimnasio daban clase de verdad.
Yo estaba ilusionada con la clase de los viernes, porque quería aprender. Pero mi ilusión duró poco… como todo en mi vida, as always.
Primero de todo, éramos IMPARES. ¿Qué pasa cuando somos impares? Que alguien se queda sin pareja. En judo, no se puede hacer nada sin pareja. Qué divertido. Adivinen quién carajo se quedaba sin nadie. Exacto. As always again.
La profesorita se me reía en la cara cuando me quejaba sobre este asunto. Me hacía ponerme de a tres con alguien, y siempre me ponía con los varones más pelotudos de la clase. Y cuando alguien faltaba, ¡qué suerte! Nos hacíamos pares. Me tocaba con el más oloroso, el que nadie quería.
Una vez me mareé en la clase. Me había cansado muchísimo y me bajó la presión. Estábamos todos parados escuchando un discursito de esos de pérdida de tiempo que hacía tan a menudo, y me tuve que sentar, o me caía al suelo. Me ordenó fríamente que me parara. Entonces le expliqué como pude que me estaba por desmayar. Le dio por el culo. De ahí en más empecé a odiarla. Y ella también, la tomó conmigo.
En 1º de BAC también asistí a sus clases, pero sólo a las del viernes. Ese año, ya saben que la pasé muy bien en el instituto, sobre todo a finales de curso. Lo último que me acuerdo de ella es que me dijo… “nos vemos el año que viene, ¿verdad Pau?” “Sí, claro. Por supuesto Mariví.” Le contesté bien, porque por lo menos me queda el orgullo de que soy oficialmente cinturón azul en judo, y les aseguro que aprendí lo suficiente como para defenderme (Miento).
Espero que les haya gustado, ya sé que fue bastante aburrido, pero había prometido contarles todo esto de las actividades extraescolares. Si hay algo que me caracteriza, es que siempre cumplo mis promesas, no soy traicionera.
La próxima entrega empezamos con mi último año de la secu. Ya les voy avisando que voy a tratar de eludir detalles del que-no-debe-ser-nombrado. Aunque seguro que al final termino largando todo. Espero que no. Pero bueno, no creo que sea demasiado interesante… bueno, no voy a adelantar nada. Hasta la próxima.

sábado, 6 de marzo de 2010

Diario. Escrito directamente al blog


Así es. Sin Word de por medio. Y les juro que no lo voy a hacer más, porque me enlentece las ideas porner las myúsculas.
Pido perdón por no escribir nada interesante en estos días, pero ya saben que cuando es fin de semana, es fin de compu para mí. Me pude hacer este tiempito sólo por mis queridísimos lectores (no me importa que casi nadie lea esto, quienes lo leen son muy importantes para mí).
Así que no se preocupen, el rumor de que me morí, es falso. Acá estoy, vivita y escribiendo.

jueves, 4 de marzo de 2010

1º BAC. Epílogo 1



Les voy a presentar a mi profesor de física y química, al que sólo llamaré por su apodo, debido a las numerosas búsquedas que tiene en google. Su “nombre” era el Baras. Yo no tenía ni idea de por qué le llamaban así, y pronto se los explicaré.
Cuando entramos todos en 1º BAC, estaban todos muy nerviosos. La mayoría tenía miedo; otros sólo mostraban ansiedad, y la mayoría indiferencia. Yo era de la segunda camada, Nicolás era de la primera, y Julio de la última. No sé por qué los incluyo a ellos en mi relato, pero les recuerdo que en aquella época todavía vivíamos felices en armonía.
El Baras es conocido en toda la ciudad por su peculiar forma de dar clase. Yo personalmente no lo conocía, pero mis dos amigos sí, ya que ambos tienen hermanos mayores que ya habían pasado por el laboratorio del terror. Ésa era la razón por la Nicolás estaba cagado en las patas. Yo sólo mostraba cierta ansiedad, pero por el hecho de haber llegado a mi colegio número 10. Era emocionante xD.
Pero… ¿por qué era tan famoso? ¿Por qué todos le tenían miedo a ese viejo choto? Resulta que su fama se debía a que nunca explicaba nada, en los exámenes ponía temas dignos de una universidad y, quizá lo más curioso de todo (hasta el momento), fumaba en clase. Aun cuando estaba prohibido. Aun habiendo líquidos inflamables en el laboratorio (donde daríamos clase).
Me acuerdo que en nuestra primera clase, conseguimos sentarnos los tres atrás de todo, un sitio privilegiado, por cierto. Pasaríamos lo más desapercibidos posible.
El viejo choto resultó medir como 1.80 y pico, bastante gordo, pero con muchísima energía al caminar. Anteojos grandes y ojos muy chicos, con los cuales te miraba de una forma que me hacía estremecerme a veces. Tenía 63 creo, o algo así, y resulta que le faltaban dos años para jubilarse, pero no por eso iba a tomárselo con calma. (Mierda, el bebé no para de llorar, voy a tener que interrumpir acá)
Continuemos. Han pasado casi tres horas desde que escribí lo último, así que voy a releer para retomar el hilo. Ah, sí, el Baras.
Pronto comprendimos por qué le llamaban así. Resulta que el “ghicho” se la pasaba contándonos su vida, su forma de pensar, y todo tipo de anécdotas que no venían a nada, en vez de explicarnos la materia. Cuando se le daba por explicar, escribía garabatos en el pizarrón, muy difíciles de entender, y en cuanto terminaba el tema decía “¿está capiscado?”, o “¿capisci?”. Se creía gracioso, supongo. Pero tenía una mala leche…
Un día nos contó que no se había podido duchar ni afeitar antes de ir al instituto porque le habían cortado la luz. Repugnante. Pero no sólo eso. Muchas veces tenía un lindo pollo en la boca, que no tenía ningún pudor en sacar en plena charla. También cerraba la puerta con llave para que nadie entrara de golpe y lo viera fumando… esos días sí que daba miedo, créanme. Espeluznante. Aunque el día que más miedo pasamos todos fue cuando estábamos “jugando” con ácido sulfúrico. Obviamente, su pulso no era el de un adolescente, y casi tira todo. Pero les aseguro que leerlo acá, NO ES VIVIRLO. Sobre todo cuando nos hacía ponernos todos a su alrededor para mirar sus travesuras.
Yo me tuve que ganar al Baras a pulso. La fórmula secreta para aprobar, era caerle bien, y responder a sus preguntas egocéntricas de la mejor forma posible. Un día, el destino quiso que me dieran unas ganas repentinas de pasar mi libreta “a limpio”, y aproveché para aprenderme un par de definiciones, que siempre amenazaba con preguntarnos, y nunca lo hacía (porque su vida era más interesante que la física). Justo ese hermoso día, preguntó las definiciones. Y lo mejor de todo, me las acordaba. Le levanté la mano muy tímidamente y tuve que repetirlas un par de veces porque no me escuchaba. De ahí en más se dio cuenta que yo no era una “cualquiera”. Bueno, después aprobé como pude el examen final del primer trimestre (con un 5 y pico), y bueno, sólo aprobamos 3, ya saben quiénes. Y eso que justo me tocó una teoría que no había estudiado del todo…
En el segundo trimestre, me pude sacar un 7. Pero copiando, lo reconozco. Les voy a explicar.
Resulta que convencí a mi viejo de que me buscara un profesor particular. Era genial. Tenía casi 30 años y todavía no había podido terminar la carrera (ingeniería industrial). Pero mi materia sí que la explicaba bien!!!!! Y no sólo eso. A él también le había dado el Baras, así que lo conocía bien ^^. Me ayudó muchísimo. Lo mejor de todo era que tenía los apuntes viejos que le habían dado cuando él asistía a clases. Y estaban los problemas que ponía en los exámenes.
El día anterior a mi prueba, hicimos justo el problema que tocó en ella. Me quería morir. Tenía la carpeta ahí al lado, para copiarlo todo. Empecé a hacerlo, y como no me lo acordaba del todo, aproveché cuando el Baras se fue y lo copié todito, todito. Atrás mío estaba la “amiga” que me delató en el incidente con Anxos, y la muy descarada tuvo la geta de pedirme la hoja para copiar. La saqué cagando, por supuesto.
Más adelante me enteré de que le contó al profesor que yo me había copiado (es que ella se llevaba bien con el Baras, porque “le tiraba onda”, no porque estudiara). Y él le contestó que si no me había visto, no había ningún problema. ¿Quién me lo contó? Julio. ¿Dónde estaba yo en ese momento? No me acuerdo :P.
No voy a entrar en muchos más detalles porque seguramente estoy aburriendo al personal. Pero antes de terminar, voy a decirles que en la final me puso un 9. Realmente me lo merecía, pero ni idea de dónde se lo sacó. Y, bueno, teniendo en cuenta todo lo que tuve que hacer para sacar sietes… qué suerte. Me subió la media.
Próximo epilogo: actividades extraescolares. No se lo pierdan: promete.

miércoles, 3 de marzo de 2010

1º BAC (ÚLTIMA PARTE)


Abril 2006. Lindo mes.
Una o dos semanas después de mi agradable experiencia con Débora, con el matón, y con el abandono por parte de todos, teníamos un examen. De gallego, para ser precisos. La primera vez en mi vida que no había estudiado un carajo. Como que no estaba para ponerme a estudiar hasta las tantas, como había hecho hasta ese momento.
Me preparé para hacer el famoso “cambiazo”. Sí, nada más y nada menos que copiar toda la materia en unas hojas (a4 recicladas, como las que daba ella para las pruebas) de manera inteligente. Ya lo había hecho una vez, aunque sólo para demostrar que era capaz, aunque aquella vez sí que había estudiado, y simplemente lo hice por hacerlo.
Pero esta vez era diferente. Dependía totalmente de mi estrategia con la materia y las hojas.
Día D. Anxos (ángeles en gallego), el nombre de la profesora. Bastante bruta, por cierto. Se la pasaba diciendo “bueno…” en forma de muletilla, cuando en gallego NO existe la palabra “bueno”. Volviendo al examen, resulta que entrega hojas normales, NO RECICLADAS. No me importó; tenía que ir al todo o nada. Tuve suerte con lo poco que sabía y lo escribí, dejando los espacios adecuados y todo eso. Cuando se distrajo, pude poner la hoja que necesitaba. Todo perfecto. Pero no contaba con la amiguita de Débora, que estaba sentada al lado mío y había visto todo lo que yo había hecho.
Dio la casualidad que mi queridísima Anxos nos vio echándonos miradas de chispas. Y nos preguntó el típico “¿Qué andades a facer?”. Y entonces se dio cuenta de que yo tenía hojas de diferente color. Maldito reciclaje del papel.
Le mentí descaradamente diciéndole que esas hojas ya las tenía sobre la mesa cuando ella repartió las del examen, que todo lo había escrito yo, etc. Por supuesto que no me creyó, pero como yo nunca le había dado ningún tipo de problema, entonces me dio el beneficio de la duda, me retiró esas hojas y me dijo que escribiera todo otra vez. Como no tenía ni puta idea (y solo me acordaba de algunas cosas de lo que había escrito) me echó de clase, y me fui directa para casa. No me importaba nada, algo muy raro en mí. Sabía que esto me iba a traer graves consecuencias, pero había pasado de ser una estudiante ejemplar a ser una “rebelde sin causa”, o, mejor, como diría Simple Plan en mi canción preferida, “I’m a lost cause, not a hero” (“Me against the world”).
Me acuerdo que me alcanzó un vago para irnos caminando juntos. Dicho vago había ido conmigo en 3º ESO, en el primer trimestre, en el colegio de las monjas corruptas. Ya sé que todavía no conté ese período de mi vida, pero como estoy contando todo de forma desordenada, no importa. Volviendo a este chico, en aquel colegio él nunca me había hecho nada, y, debido a esto, se rumoreaba que yo le gustaba. No me importaba, porque a mí no me interesaba. Y el destino quiso que nos volviéramos a encontrar en el bachiller. De ese agradable colegio también me volví a encontrar a una de las más reverendas hijas de puta que existen sobre este mundo, que no tardó en hacerse amiga de Débora después de mi destierro.
Volviendo al chico una vez más, me alcanzó corriendo y fuimos hablando, aunque yo ni en pedo me sacaba los auriculares. De todas formas, como no me los ponía a full, yo escuchaba perfectamente mi entorno. Me preguntó qué era lo que me había pasado, que yo no era así… Le inventé una de las mentiras más mentirosas que he dicho, que no son muchas se los aseguro, pero con esta gente más vale pagarles con la misma moneda. Lo que le dije fue que la noche anterior me había ido con mi novio hasta las tantas, y que no me había dado tiempo a estudiar. Sí, ya sé, qué horrible mentira. Pero mejor eso a contarle todo lo que realmente me pasaba, ¿no?
Me respondió que no se creía que sólo estudiara el día anterior, con las notas que sacaba. Pero sí, esa parte era verdad. Yo muy pocas veces estudiaba más de uno o dos días, anteriores al examen. Pero bueno, lo importante es que, antes de despedirse, me pidió que “no me echara a perder”. Lo cual me dio mucho que pensar.
Al día siguiente en el insti, no se hablaba de otra cosa. “La gran Paulina fue cachada copiando”. Resulta que el día anterior, Débora no había asistido a clases. Y no paraba de repetir delante de mí, “Ay, de lo que me perdí!!” o “Siempre me pierdo de lo mejor”. Bueno, cosas así, que me entristecían. A lo largo de los días, ella separó su mesa de la mía, porque todavía seguíamos sentadas juntas. Supongo que eso la hizo sentirse importante, pero fue un gesto extremadamente patético.
Bueno, ahora lo que quiero aclarar, es que a partir de entonces, estudié lo menos posible, intentando sacar las máximas notas. Me fue bastante eficaz. Lo malo era que en los exámenes ahora me apartaban del resto del grupo, porque creían que me iba a copiar. Sobre todo “la Puta”. Sí, había corrido la voz. Pero no me importaba, porque no era tan estúpida como para ponerme a copiar siempre. Qué ilusos.
Aquí se termina la historia de 1º BAC. Pero no se preocupen, va a haber un epílogo (o dos) de lo más interesante.

Diario.- STOP. ALTO CONTENIDO PARA MAYORES DE 17



02-03-10
Hoy tengo ganas de putear. No aguanto más esta puta mierda de vida que tengo. Necesito desahogarme escribiendo frases sin sentido. Les recomiendo que se salten esta entrada y sigan leyendo la siguiente, porque esta va a ser una puta mierda, just like my fucking life.
¿Desde cuándo estoy en esta situación? Debe de hacer un par de putos años. Ah, sí, cuando el hijo puta de mi ex me usó como un maldito papel higiénico. La reconcha de su hermana. No me importa que sea hijo único. Me dejó totalmente abandonada. Pero eso me dio por el culo, porque ya me habían traicionado de una forma mucho peor. Mierda, escribí demasiado pocas malas palabras en lo que va de nota.
Me cago en el día en el que me vine a esta puta ciudad. Me cago en el día en el que me fijé en un reverendo pelotudo. Me cago en el día en el que me escapé de casa. Me cago en todo lo que se mueve. Me cago en este puto párrafo sin sentido.
Me revienta estar sin inspiración. Odio las peleas en puta casa. Estoy hasta el culo de esta situación. Hice referencia a lo de mi ex pero eso no es nada. No tiene nada que ver con mi estado de ánimo en este momento. Se los juro. No sé ni a qué vino que empezara puteándolo a Él. Y tampoco sé por qué lo pongo en mayúsculas.
Hace casi un año y medio que no tengo una putísima cita, cita. Me cago en las citas. En realidad no las necesito. Estoy por encima de eso.
¿Qué sentido tiene escribir esta poronga? No lo sé. Es que acabo de discutir, me estresé tanto que estoy al borde de vomitar. Al menos esa es la sensación, aunque sé que al final no lo voy a hacer. Y en el fondo me gustaría, así me saco toda la mierda que tengo en esta cagadita de cuerpo que tengo. Cuerpo y mente, cabe aclarar.
Después de estas estúpidas declaraciones senseless, me voy a la mierda. Ya les dije que no lo leyeran, pero no me hacen ni puto caso. Nadie me hace ni puto caso. Y qué. De todas formas me alegro de que alguien haya leído estas putas palabras.
También sé que no estuve demasiado inspirada con mi hermoso lenguaje vulgar. No me importa. Porque la gente que me conoce sabe que en realidad, tengo muchísimo léxico callejero, digno de los suburbios de Londres. Y a los imbéciles retrasados mentales o disminuidos psíquicos que lean esto, pírense de este blog inmediatamente, que nadie los invitó. Ah, y de paso, mándenle un saludito al que-no-debe-ser-nombrado de mi parte, cuando lleguen al infierno.
No voy a pedir perdón por esta entrada tan poco entretenida. Al que no le guste, que ponga alt + F4, alt + tab, cerrar pestaña, alt + barra espaciadora y después la C, que agarre el mouse y clickee en la X, o que simplemente se vaya a la puta madre que lo reparió. Chau, me voy a ver capítulos de anime para pensar en inocente otra vez.

martes, 2 de marzo de 2010

1º BAC (CASI-ÚLTIMA PARTE)



Ahora voy a contarles mi segunda desgracia. Mmmm, cuánto pesimismo. Me gusta.
Esta segunda desgracia se trata de mi querido amigo Julio. Ya les conté que cuando todos me traicionaron, él hizo oídos sordos de todas las habladurías. Realmente era una persona inteligente.
A lo largo del curso, nos fuimos uniendo más como amigos. Me acuerdo que nos pasábamos tardes enteras en el msn, matándonos de la risa. Pero no sólo virtualmente. En la clase de inglés nos tocó sentarnos juntos, y (aunque él no era de hablar demasiado), es como que entramos más en confianza. Y él me hablaba de cosas que no se atrevía a hablar con otra gente. No voy a entrar en muchos detalles.
Pero de lo que sí les voy a contar es de lo que me incumbe más a mí. Un día me confesó que le gustaba mucho alguien. Y no tuve que insistirle demasiado para que me confesara de quién se trataba.
Más que nada, me sorprendí de mi propia reacción. No pensé que me importara tanto. No tenía ni idea de que Julio me influía más de lo que suponía. Decidí ignorar el repentino “sentimiento” que había surgido en mí y me convertí en su “consejera amorosa”. Yo lo ayudaba con esta chica, recomendándole cosas y hablándole a ella de él.
No sé si estaba enamorada de él. Creo que no, pero en ese momento no sé qué me pasó. Tal vez sí que lo estaba, pero no podría asegurarlo. El caso es que a partir de ahí me di cuenta de que mi amistad con él era más fuerte que la que había tenido nunca antes con una persona del sexo opuesto.
Y como buena amiga que era, no dudé en contarle que Nicolás y su “amiguita” se la pasaban hablando mal de él a sus espaldas. Le recomendé que no le comentara nada acerca de lo que le había confesado, y por supuesto me dio a entender que no lo haría.
Pero no se aguantó, y al parecer les preguntó por qué se dedicaban a decir cosas a sus espaldas. ¿Cómo me enteré? Porque vinieron esas dos harpías a “amenazarme” (Nicolás no se atrevería, pero la otra sí. Ni siquiera voy a poner su nombre acá porque ni vale la pena…) de que no volviera a contar mentiras para llamar la atención, como “hacía siempre”. Julio estaba presente en ese momento, mirando de reojo.
Después de ese acontecimiento, no nos hablamos más. Simplemente eso. Nos ignorábamos completamente. Creo que él dio por supuesto que no quería hablar más con él, porque yo me daba cuenta de que a veces me miraba de reojo. Pero era increíble la frialdad que mostrábamos. A mí me dolió muchísimo, pero en el fondo sentía que me había traicionado, y lo había hecho. Además, ya estaba con una herida muy reciente en cuanto a traiciones, así que me dolió menos que la anterior. Esos días, me sentí muy identificada con la canción “Thank you” de Simple Plan, y cada vez que la escucho, me acuerdo de esto… A veces me volvía caminando del instituto a casa, me encantaba evadirme de todo y todos. En estas ocasiones aprovechaba para poner el iPod (como hacía casi constantemente, menos en clase) y cantar por la calle, sin importarme las miradas de los pocos borricos que a esas horas pasaban por la calle. También me gustaba robar unas flores de una casa que había cerca del instituto, que tenían un aroma riquísimo, y con esas tonterías me internaba en mis pensamientos.
Bueno, cabe aclarar que así, totalmente sola y abandonada en plena adolescencia, terminó mi primer año en el bachiller. Me apoyé muchísimo en la música, como podrán saber, y en mis amigas del “autobús”, que me ayudaron muchísimo. Aunque el asunto de Débora había llegado a sus oídos, me apoyaron. Una de ellas más que la otra, pero tampoco voy a entrar en demasiados detalles ahora. Lo que importa, es que la soledad me embargó y la oscuridad llenó mi corazón.
La próxima entrada tratará de mi reacción en estos últimos meses de 1º BAC.

lunes, 1 de marzo de 2010

1º BAC (ANTEÚLTIMA PARTE)


En el capítulo anterior, les conté la traición de mi mejor amiga. Pero no les conté a qué se debió su cambio de actitud. Agárrense fuerte que ahí va.
¿Se acuerdan de la chica a la que hace ya mucho tiempo me la confundí con un hombre? Espero que sí. Porque ella tuvo mucho que ver en todo esto. Resulta que no sé por qué, ella siempre me tuvo envidia. Bueeeeeno, sí sé por qué. Se los voy a explicar.
Cuando la conocí en 3º ESO, me dijeron que era la 2º mejor alumna después de Nicolás. Y ella, modestamente, me contó que en realidad no tenía ningún mérito, porque se copiaba en todos los exámenes. O sea, que era un fraude. En tooodos los exámenes hacía “chuletas” (machetes). Hasta en los de matemática, cosa que no sé para qué le servían, pero el caso es que siempre sacaba 9 y pico. También ayudaba que estaba sentada atrás de todo.
Se nota que ella reventaba porque yo sacaba igual o mejores notas que ella, solo que honestamente. Les juro que en la ESO nunca copié. No tendría ningún sentido ocultarlo ahora. Lo que sí hacía a veces era dejar que otros se copiaran de mí. Aunque muy rara vez (a pesar que mientras estábamos en medio de un examen me llovían peticiones, y ruegos. Muchas veces me hacía la sorda, total, sólo se acordaban de mí cuando les convenía).
Bueno, volviendo al tema (perdón por irme tanto por las ramas), yo creo que ella me odió porque en el Bachiller era mucho más difícil copiarse (obviamente, debido, entre otras cosas, a la cantidad de materia y dificultad), y sus notas bajaron considerablemente, mientras que las mías se mantuvieron casi intactas, sin copiar (ya les explicaré cuándo empecé a sacar a la luz mi lado oscuro).
Un buen día, decidió hacerse amiga de mi mejor amiga, que era súper popular. Débora me pidió permiso para contarle mis cosas, de manera que podríamos compartirlo entre las tres. Yo sabía cómo era esta chica (yo la conocía mejor de lo que la conocía Débora), pero como soy una persona que siempre cree en la gente y da oportunidades hasta a los más miserables (algunos ven esto como una virtud, pero créanme que es un gran defecto, sobre todo en esta tierra tan traicionera), decidí confiar en ella. Y me equivoqué.
Después de que Débora se enojara conmigo, me enteré que nuestra “amiga” estaba enterada de todo este asunto. De su propia boca lo supe. Y no sólo estaba enterada. Además de eso, fue ELLA la que le dijo que era mentira, que desde que me conocía que había intentado llamar la atención, etc. -.-
¿Tengo que decir lo que sentí en ese momento? Algo así como unas ganas tremendas de escupirle en la cara. Pero me lo guardé todo. Quedó todo bien sellado, como una bomba de relojería.
Además de cagarme la vida socialmente, también aprovechó para llenarle la cabeza a “la puta”. Por su culpa me puso un repugnante 6 en la nota final, lo cual me cerró las puertas para siempre para una beca en el extranjero. Hijas de puta. Hijas de mil puta. Perdón por la expresión, pero es así. Voy a explicarles cómo lo logró.
Yo había sacado un 9 en el examen. Pero claro, la prueba oral me tocó hacerla con mi querida compañera. Y como “la puta” confiaba en ella (porque le gustaba el franchute – y yo lo odio, yo soy de inglés - ), ésta le dijo que no me sabía los verbos, y que pronunciaba mal, y que me merecía un 6. Lo que pasa es que “la puta” tuvo la mala idea de que nosotras mismas nos corrigiéramos el examen (de esta forma ella tendría menos trabajo). Y la muy turra no desperdició la oportunidad. Aunque yo de esto no sabía nada.
El último día de clase, cuando me entregaron el boletín, pensé que había un error. UN TREMENDO ERROR. Y fui corriendo a mi profesor favorito, mi queridísimo profesor de dibujo técnico y a la vez el jefe de estudios (es como si fuera el director, pero se encarga directamente de este tipo de problemas), Agustín. Ay, cómo lo quería (y él a mí). Bueno, le fui a explicar que seguramente había un error, que no podía ser que tuviera un 6, porque había sacado un 9, etc. Él confiaba en mí, porque sabía que yo era muy aplicada en los estudios, entonces me prestó el teléfono de SU DESPACHO para llamarla y preguntarle acerca de esto. Él le explicó brevemente mi problema y me pasó con ella.
Lo que escuché del otro lado del auricular me dejó helada. Me explicó todo lo que ya dije antes, y me dijo (falsamente amable, como hizo todo el puto año) que la nota de mi otro examen no era lo único que contaba, y que a ella le importaba también la actitud en la clase. Ahhh claro. Mi actitud. Qué hija de puta. Seguramente tuvo en cuenta mi enorme interés por su materia. Que conste que yo no lo disimulaba. Y les juro que la única vez que casi me quedo dormida en una clase, fue en una de ella. De todas formas, yo sé que lo que más le importó para ponerme la nota fue que no puse dinero para comprarle un regalo de despedida, como hicieron todas las alumnas de nuestra clase (y Nicolás, claro, chupamedias). Sí, claro, iba a poner de mi escaso dinero para comprarle una estupidez como diciéndole, “te voy a extrañar el año que viene”… SI CUANDO ME ENTERÉ QUE SE PIRABA, CASI MONTO UNA FIESTA!!!!!!
Antes de pedirme que le vuelva a pasarle con el “señor Jefe de Estudios” (qué falsa, encima hablaba mal de mi Agustín, menos cuando estaba él delante, claro), me recomendó que me buscara un novio francés, para aprender el idioma. Cuando terminó de pronunciar esa frase, tuve que serenarme. Sólo por Agustín, al que le tenía mucho respeto. Le deseé un feliz verano y me contuve de destrozar el auricular contra el suelo. Después, ella habló con él, diciéndole que no me merecía más nota, y otras cosas que mejor no las pongo acá. Lo sé porque él me lo dijo inmediatamente después de colgar. Y yo le comenté que me alegraba mucho de que se fuera “esa señora”, y él, como siempre, me entendió perfectamente.
Ahh… Agustín. El mejor profesor que tuve nunca. Le podías pedir cualquier cosa, que él te lo daba (bueno, al menos a mí). Y eso que yo era nula en dibujo técnico, pero él me ayudó muchísimo.
Me fui completamente por las ramas, as always. Lo siento mucho. Y encima voy a cerrar el capítulo acá. Ni siquiera me acuerdo a qué venía todo esto, no sé cómo terminamos hablando de mi querido Agustín.
CONTINUARÁ

domingo, 28 de febrero de 2010

1º BAC (TERCERA PARTE)



Resulta que un buen domingo de abril del 2006, mi papá y yo tuvimos una pelea, como de costumbre. Llorando, me conecté al msn y estaba mi mejor amiga conectada. Le expliqué la razón por la cual me sentía como el reverendo culo, y, para mi sorpresa, no me creyó. Me dijo que no podía ser que mi padre fuera así, que me lo estaba inventando todo para llamar la atención. Yo la saqué cagando, y le dije que era mejor que me desconectara, porque la iba a embarrar peor. Me acuerdo perfectamente. Al día siguiente (lunes), se sentó al lado mío pero no me dirigió la palabra. Yo tampoco le dije nada, porque la verdad no entendía su actitud. No sabía por qué de la noche a la mañana había cambiado tanto. Simplemente no me entraba en la cabeza. En el recreo le pregunté si no me iba a decir nada. Me dijo que no tenía nada que decirle a las mentirosas. Y me dejó ahí parada, en medio del pasillo, mientras todos me miraban cómo se me llenaban los ojos de lágrimas.
Al otro día le devolví todo lo que tenía de ella en mi casa. Le dije tímidamente que le traía todas sus cosas, y las aceptó sin mirarme. Después de unos días, me devolvió mis cosas. Por el msn ella se conectaba con nicks del estilo… “cómo se puede mentir así acerca de un padre” o, “qué mentirosa es la gente” o, “resultó que mi amiga solo quería llamar la atención”… eso me daba por el culo, me daban ganas de tirar todo a la mierda y llorar. Pero me contenía. Me dijo que era totalmente imposible lo que le contaba, que era una ilusa… bueno, mil cosas.
Esos días lloré como pocas veces lloré en mi vida. Creo que una persona no me puede defraudar más de lo que me hizo ella. Pero además no sólo eso es lo que me jodía. Lo que más me reventaba era que todo era la culpa de mi viejo. Sí, todo por su puta culpa. Por su maldita actitud hacia mí.
Aquí no termina todo. Mi queridísima amiga se encargó de que todos en el instituto supieran lo mentirosa que era yo. Todos. Absolutamente todos cayeron en su influencia. Hasta los profesores. Sí, sí, HASTA LOS PROFESORES. El único amigo que me quedó fue Julio. Nunca le pregunté por qué no me retiró la palabra como habían hecho todos los demás traidores. Pero lo que sí me dijo es que yo era la única persona en la que confiaba; Nicolás también lo había defraudado a él. Pero no voy a entrar en ese tema.
Continuando con el problema, me encuentro con que una persona me agrega en el msn. Empezamos a charlar y resulta que vivía en mi barrio. Me pide una foto mía, y yo como pelotuda se la mando. Una vez que la recibió, empezó a insultarme diciéndome cosas sin sentido (me acuerdo bien), como por ejemplo “¿por qué tienes los labios torcidos?” “qué horribles son tus ojos” “tienes el pelo de una vieja” etc. Yo lo bloqueé, y me mandó un mensaje diciéndome que ya sabía que lo había bloqueado, que él conocía a algunos de mis amigos y que sabía qué clase de persona era yo, etc. Le contesté mandándolo a la mierda, diciéndole que eso me lo decía porque no me conocía, y que no se atrevería a decírmelo en la cara. Mal asunto. Me amenazó con ir al día siguiente al instituto y darme “una paliza”. SÍ, PALIZA. Yo como era re pelotuda me lo creí. Pero tranquilos, pocos días me quedaban para seguir siendo como era.
Por supuesto, al ser pelotuda, estaba cagada en las patas, que era justamente lo que él quería. Darme miedo. Como me dijo que me iba a ir a buscar en el recreo, permanecí escondida en el baño para que nadie me viera. Cuando tocó el timbre para ir a clase, todos comentaban delante de mí (con una cara muy sospechosa, por cierto), acerca de un loco que quería entrar al colegio, que decía que buscaba a una “zorra”, y que los profesores no lo dejaron entrar. Ah, y que amenazó con quedarse ahí hasta la salida.
Me di cuenta de que me habían estado tomando el pelo, y, rabiosa como nunca, fui directamente a Débora. Tenía muy claro que era ella la que estaba detrás de todo este asunto. Se hizo la boluda, por supuesto. “¿así que ése venía a buscarte a ti? No me extraña”. No le di el gusto de verme llorar, me fui.
Mi sorpresa fue enorme cuando “la puta” (profesora de francés) nos comentó que “los problemas de afuera del colegio había que dejarlos para afuera”. Algo así. Se estaba refiriendo a que REALMENTE había ido alguien a joder en la entrada del instituto. Volví a cagarme en las patas, porque eso significaba que me iba a ir a buscar a la salida, ese completo desconocido, loco y furioso. Le pedí a “la puta” que me dejara ir al baño, para poder pensar con claridad, pero no me dejó. Es como si ella también hubiera estado compinchada con todos. Qué hija de puta, la muy puta.
Por suerte, no pasó nada. Existir, ese tal “Charlie” existió, mi imaginación no fue. El caso es que no apareció a la salida, y por suerte nunca más. Cada tanto me mandaba algún mensaje al correo, pero después se habrá aburrido. Pero bueno, yo andaba con miedo por mi calle, porque me había dicho que me había visto varias veces por ahí, DÁNDOME DETALLES PRECISOS DE CÓMO IBA VESTIDA. Pero, en fin, lo importante es que sólo se quedó en eso, en un susto. Y qué susto. A mis tiernos 16 años no estaba para esa clase de cosas. Pero a partir de ahí ya no fueron tan tiernos, se los aseguro. Cambié completamente, condicionándome a ser la mujer que soy ahora. Que cada uno juzgue como quiera. Pero sepan que todavía mis desgracias no habían aparecido en su totalidad.
Es hora de cerrar el capítulo. Espero que no les haya aburrido. No se crean que terminó acá eh.
CONTINUARÁ

sábado, 27 de febrero de 2010

Diario. - Dedicado a un amigo de un pueblito muy lejano...


27 de febrero de 2010
Aburrida en casa, la historia de mi vida. Está por empezar la tormenta; ya se siente el viento huracanado. Algunos podrán decir que es una ventaja poder quedarse en casa. Sí, quizá tengan razón.
No entiendo para qué me hago tantas ilusiones de volver a mi país, con mi familia. Todo empezó hace unos tres o cuatro días, cuando me enteré que mi viejo estaba interesado en las casas que tenemos allá. En realidad, no son nuestras. Bueno, teóricamente, sí. Cuando murió mi abuelo (hace apenas un año y unos meses…), le quedaron en herencia. Pero claro, mi abuela todavía está viva, y la turra de mi tía también. Así que se las adueñan. Hasta el departamento de Mar del Plata, en el que tantos veranos pasé ahí…
En fin, se estuvo preguntando si realmente hicimos bien en venirnos para acá. Yo creo que todo esto vino a la onda que le tiré el otro día de un supuesto viaje hacia allá. Resulta que la semana pasada se reencontró con los amigos de allá, los llamó por teléfono, etc. Y le entraron más ganas (sé perfectamente bien lo que se siente).
Después de un par de noches en vela, mi querido progenitor llegó a la conclusión de que esas casas están en barrios bastante inseguros (ya que están en las afueras). Entonces prefirió pensar en una casa en Belgrano. Una vez ya habíamos vivido allí… muy poco tiempo. Pero no voy a entrar en detalles ahora.
Lo que importa es que un par de amigos con los que se volvió a hablar le dijeron que hizo muy bien en venirse acá, ya que la calidad de vida en Argentina va de mal en peor con los años y no se puede comparar con Europa. Malditos sean. No me hicieron nada a mí, pero ese comentario me cortó las alas que me estaban creciendo de nuevo. También le dijeron que matarían por venirse para acá, entre otras cosas que ahora ya no importan. Pero lo que sí importa es que ahora el “proyecto regreso a nuestra tierra” se quedó en eso, en proyecto. Duró menos de una semana el sueño.
¿Y yo? No sé qué pensar. Él me remarcaba lo que le habían dicho sus amigos, diciéndome que viera lo bien que hicimos en venirnos. y yo repito, no sé qué pensar. Sí, hicimos bien. No tengo que ser egoísta y pensar sólo en mí. La balanza de los pros y los contras es muy extensa y no estoy para analizarla ahora, ni mucho menos, pero… aunque sea inseguro, aunque sea un nido de delincuencia y todo lo que él diga… yo quiero volver. A lo mejor no me quedo a vivir. Eso no lo sé. Créanme, es muy complicado decidirse, se los aseguro. No me caracterizo por tomar decisiones muy fácilmente. Y este dilema me acompañará por mucho tiempo.

viernes, 26 de febrero de 2010

1º BACHILLER (SEGUNDA PARTE)




Ya se habrán dado cuenta, que a partir de ese lamentable día, odio mis cumpleaños. Simplemente, me deprimen. Y me lo tomo así porque significa que me queda un año menos de vida. Pero bueno, continuemos con el interesante relato.
Como de costumbre, el primer día de clases me quedé sin nadie con quien sentarme. Estaba absolutamente harta de mi vida solitaria. La única consideración que mostraron hacia mí, fue Nicolás pidiéndome que me sentara atrás de él y de Julio (*suspiro de resignación*). Las mesas estaban juntadas de a dos, y a mi derecha no había nadie. No pasa nada. No va a hacer falta que ponga la mochila en el suelo; ésta va a ser mi silenciosa compañera, pensé.
Sin embargo, una chica se apiadó de mí. En la parte de atrás habían juntado tres mesas, y ella me preguntó si quería que se sentara al lado mío. Abrumada por tanta amabilidad, acepté tartamudeando. No tenía ni idea de en lo que me metía. Me doy asco por lo inocente que era.
Débora se llamaba. No voy a poner su nombre completo, pero sí voy a describirla. Era un año más grande que yo (en realidad casi dos). Teñida de rojo, ojos claros, alta, y modelo de profesión. Sí, trabajaba de modelo. En pocas palabras, era la chica más querida del instituto, la más popular, la que tenía más influencia, la que tenía más suerte, la que tenía todo. Yo nunca podría aspirar a ser como ella, pero por lo menos me conformaba con ser su amiga.
Nos hicimos muy amigas, tan unidas, que creí que estaba yendo todo demasiado rápido. Pero no me importaba. Iba a almorzar a su casa, me bajaba discos de internet (lo cual me hizo quererla aún más…), me integró en todo el colegio. Era un sol en mi oscura vida.
No tardé en abrirle mi corazón. Confiaba plenamente en ella. Le conté los problemas que tenía en casa. Ella me comprendió y me ayudó en lo que pudo. Realmente nos queríamos mucho.
Mientras todo esto pasaba, un día conocí al que no-debe-ser-nombrado. Sí, a ÉL. Me lo presentaron mis divinas amigas de las que ya hablé antes (bueno, una de ellas). En cuanto lo vi, supe que era la persona más linda que había pasado por mis humildes ojos. Por supuesto que yo en ese momento ya había olvidado a Coque (que hasta ahora era el más lindo que había visto en mi corta vida). Resulta que me ignoró completamente, pero no me importaba. Siempre que podía me la pasaba babeando por él. Hasta que una de ellas me dijo que tenía novia. Mierda.
Intenté olvidarme de él fijándome en algún otro. No había nadie como él, pero sí encontré a alguien que podía llegar a ser su sombra. Y le pedí a Debbie que me lo presentara, ya que ella conocía a todos (el decir la palabra Debbie me dio una puntada en el pecho, hacía muchísimo que no pronunciaba el nombre con el que sólo sus más allegados podían llamarla).
Bueno, se puso a investigar para mí, y, ¡qué sorpresa! Tenía novia. Ja. La puta que los reparió a todos los hombres. ¿Para qué mierda tienen novias?
Me encanta cerrar capítulos. Y creo que éste es un buen momento para hacerlo. Si tuviera cerca mi crema de whisky iría ahora mismo a tomarme un vaso, pero se me acabó hace dos semanas (creo… en realidad lo tengo borroso), cuando estuve deprimida. Lo más parecido que tengo es un jugo de moras sin azúcar. Brindo por todas las novias de los chicos que me gustaron, gustan y gustarán. Suertudas.
CONTINUARÁ

jueves, 25 de febrero de 2010

1º BACH (PRIMERA PARTE)


Estoy preparada para afrontar una nueva etapa en la historia de mi vida. Espero que no les resulte tan aburrida como la anterior. Bueno, empecemos.
Año 2005. Quince años. Empecé el bachiller. Mis amigos y yo elegimos el mismo colegio, así que estuve con la mayoría de ellos. Julio y Nicolás eligieron las mismas materias. Pero no eran mis únicos conocidos, lo que pasa es que los nombro porque son las personas que describí con anterioridad. Este año me hice muy amiga de Julio. Pero, as always, me estoy adelantando a los acontecimientos.
Conocí a unas amigas que iban 3 cursos menos que yo, pero que no tienen ni idea de cuánto me ayudaron cuando todos me abandonaron. Ellas siempre estuvieron ahí para mí. Las vi por primera vez en la parada del colectivo que me llevaba al instituto, aunque yo en ese momento no sabía que iban a ser tan importantes en mi vida.
El curso empezó un quince de septiembre, más o menos, y como todos ustedes saben, mi cumpleaños estaba muy próximo. Mi cumpleaños de dieciséis, el que cambiaria para siempre la forma de ver mis cumpleaños.
Desde que vivo en España, no me han entusiasmado demasiado estos acontecimientos. Cuando estaba en Argentina, los celebraba felizmente con mis amigos; son unos recuerdos inolvidables. Pero bueno, después fui perdiendo el interés… ya que no encontraba nada para celebrar. Ni siquiera hay que aclarar que no tuve fiesta de quince. Y no porque no quisiera. En primer lugar, acá no celebran eso. En segundo, porque no teníamos dinero. Y en tercero, porque ¿a quién iba a invitar? ¿A dos o tres personas? No.
El día en que cumplí los dieciséis, fui al instituto, como todos los días. Aunque no era un día normal para mí. Mis dos queridas amigas se acordaron de felicitarme, y eso que apenas llevábamos un par de semanas hablándonos. Eso me puso muy feliz.
Sin embargo, con el transcurso de la mañana, me fui deprimiendo más y más… Nadie se había acordado. Miento. Julio sí. Julio. Creo que de ahí en más fue cuando nos hicimos más “cercanos”. Pero no era la persona que quería que me felicitara, si no mi mejor amiga. No hablo de Noelia, porque ella no me acompañó en el bachiller. Hablo de Iris, otra chica muy amiga mía, o eso creía. Ya sé que es una estupidez, pero me sentí totalmente apartada, y me hizo darme cuenta realmente de cuánto le importaba a la gente.
En una de las últimas clases del día, la de francés, sin ningún reparo puse mis brazos sobre la mesa y apoyé mi cabeza sobre ellos. La estúpida de la profesora (ya les hablaré de ella, seguramente, con más detalle) me preguntó qué me pasaba, y yo le dije que era mi cumpleaños, y por lo tanto me deprimía. Entonces todos murmuraron un “ah, sí, su cumpleaños”, y algunos tímidos “feliz cumpleaños”, por los cuales tuve que respirar muy hondo para no mandarlos a la mierda, lo cual me iba a suponer una peor existencia en el instituto de la que tuve (ahora mismo necesito poner una canción fuerte, y elegí Cubicles, adivinen de quiénes…). También ese mismo día empecé a odiar a la puta de francés, lo cual no tienen ni idea de lo que esto iba a suponer.
Voy a cerrar el capítulo aquí mismo, porque tengo que ir agregando aspectos que iban ocurriendo a la par de éstos.
CONTINUARÁ

miércoles, 24 de febrero de 2010

La historia de Alba... (TERCERA PARTE)


Resulta que las profesoras de los más chicos son tan inútiles que necesitan de chicas (o chicos) con paciencia para elaborar y enseñar la coreografía de fin de año. Y yo ya lo había hecho en cuando estaba en 3º ESO, haciéndoles ensayar a los pequeños de 1º grado. Como yo me tomo las cosas muy a pecho, imagínense lo que fue. Fuimos los mejores, y no me lo invento. Las madres me felicitaron, y yo lloré como una tarada detrás del telón, desde donde podía permanecer para darles las indicaciones oportunas. Pero ni hizo falta, se lo sabían tan bien… que me emocioné. Les aseguro que fue un trabajo muy arduo, tuve que ganarme el respeto de los chicos con mucha dedicación y estrés. Pero lo conseguí.
Al año siguiente, elegí al mismo grupo, así me ahorraba el trabajo de adiestrar a otras bestias. Además, ellos me adoraban, todavía se acordaban de mí… aún ahora se siguen acordando, y eso que ya están en 1º ESO. Están enormes.
Volvamos a mi discurso. Esos últimos dos meses tuve que ensayar con los chicos, ensayar para mi estúpida actuación forzada de flauta (con nuestro amigo Tino-calvo) y ensayar el discurso. Ah, y elegir qué ponerme. Ah, y practicar para no llorar (aunque no lo conseguí xD). Bueno, también había otras cosas, como evitar una despedida con Rodrigo (lo cual no logré, como ya explicaré más adelante), tratar de evitar las hormonas alzadas de Hugo, y sacar las mejores notas posibles, ya que este era mi último año de la secundaria obligatoria.

Voy a hacer una acotación. El año anterior había preparado un baile con dos amigas (aunque al final sólo lo bailé con una). Fue un absoluto desastre, porque se equivocó en un paso muy evidente… pero de todas formas, en mi último año quería bailar algo. Incluso había convencido a Noelia, que ella nunca baila ni se pone en público ni nada. Pero no sé bien qué pasó y mi papá me castigó sin baile, me lo prohibió. Ahora que me doy cuenta, debería haberle desobedecido. Total no se iba a enterar. Me dio mucha rabia en ese entonces, porque ya tenía todo preparado con Noe, y la tuve que dejar con las ganas. Fue horrible.

Pero volvamos una vez más a lo más importante. Cuando llegó el gran día, el gran y ÚLTIMO día de clase, yo estaba histérica. Se me manchó la camiseta que había elegido tres semanas atrás con lápiz de labio, cosa rarísima, porque no me había puesto. Nunca supe por qué se había manchado. Menos mal que a la pollera no le había pasado nada, y encontré otra blusa decente para ponerme.
Todo fue un éxito, por supuesto. Primero, lloré con los de 2º, ellos estaban tan contentos también… Me tuve que recuperar rápido para salir a avisar de los siguientes. Más tarde, anuncié a mi propio hermano, que por ese entonces estaba en 4º de primaria. Qué emoción.
También me anuncié a mí misma, para lo de la flauta. Pero justo antes de esto, se produjo un “encuentro”. Rodrigo. Mierda, ¿qué hacía ahí? Eso mismo le pregunté. Ah, sí, la flauta. Mierda otra vez. Traté de evitarlo pero ya era tarde. Podía ser la última vez que estuviéramos a solas. Y así lo fue, por supuesto. Me miró de arriba abajo y me dijo que estaba muy guapa. Sí, bueno, también me lo había dicho Nicolás, y eso que sólo éramos amigos (en realidad me lo decía siempre que podía, como en carnaval, por ejemplo. Pero bueno, continuemos). Intenté contener las lágrimas, y tanta práctica dio su fruto. Las contuve, creo que no se me notó nada, aunque a él sí que se le notó mucha tristeza, ni siquiera podía sostenerme la mirada… qué cobarde, pienso ahora. Pero en ese momento no pensaba eso, jajaja.
Después del acto, Alba me felicitó, CON BESO Y ABRAZO. Y ahí me di cuenta que a lo mejor, muy en el fondo, me quería. Sí, creo que sí. O será que quiso copiarse de Antonio (otro profesor-escritor-jefe de estudios, que a mí nunca llegó a darme, pero me quería igual por todo lo que le contaban de moi). Nunca lo sabré. El caso es que en la nota final me puso dieces, me pidió encarecidamente que le diera copia de las famosas fotos que hice cuando fuimos a recoger los boletines (las cuales se las di al año siguiente, que la fui a visitar, y todavía no saqué unas copias para mí, porque le di las originales…), y me deseó suerte y todas esas cosas bonitas que ya me había dicho los demás pero que ella se había resistido. No, en el fondo, después de carnaval, me había empezado a tratar bien. Es más, ahora que me acuerdo, una vez me pescó hablando con Coque en un examen, y sólo me retó. O sea, no me lo retiró, no me puso un cero, y no me mandó a septiembre, como hubiera hecho con cualquier otro ser humano ordinario.

En fin, ahora cada vez que la veo me saluda sonriente, más que cualquiera de los demás. La veo cada tanto, porque mi hermano todavía está en 3º ESO. Pero todo esto no significa que le tenga aprecio. De todas formas, tengo que reconocer que es la profesora que más me enseñó lengua, y sobre todo gallego. Me ayudó muchísimo.
Bueno, aquí termina la apasionante historia de la profesora Alba. Espero que les haya gustado, y no se crean que me quedé vacía de recuerdos, nooo. Esto recién empieza. Hasta la próxima!