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Diario + Recuerdos = Mis Crisis Nerviosas

Para poder entender este blog, tienen que leer todo desde el principio. Se trata de una historia correlativa, la cual no van a entender si empizan desde la última entrada.
Las entradas que se titulan "Diario", siguen una línea aparte. Son opcionales a la biografía.
Espero que lo disfruten


DEDICADO A MI MEJOR AMIGA EN EL MUNDO MUNDIAL. Y A MI AMIGA LA DESAPARECIDA.

lunes, 1 de marzo de 2010

1º BAC (ANTEÚLTIMA PARTE)


En el capítulo anterior, les conté la traición de mi mejor amiga. Pero no les conté a qué se debió su cambio de actitud. Agárrense fuerte que ahí va.
¿Se acuerdan de la chica a la que hace ya mucho tiempo me la confundí con un hombre? Espero que sí. Porque ella tuvo mucho que ver en todo esto. Resulta que no sé por qué, ella siempre me tuvo envidia. Bueeeeeno, sí sé por qué. Se los voy a explicar.
Cuando la conocí en 3º ESO, me dijeron que era la 2º mejor alumna después de Nicolás. Y ella, modestamente, me contó que en realidad no tenía ningún mérito, porque se copiaba en todos los exámenes. O sea, que era un fraude. En tooodos los exámenes hacía “chuletas” (machetes). Hasta en los de matemática, cosa que no sé para qué le servían, pero el caso es que siempre sacaba 9 y pico. También ayudaba que estaba sentada atrás de todo.
Se nota que ella reventaba porque yo sacaba igual o mejores notas que ella, solo que honestamente. Les juro que en la ESO nunca copié. No tendría ningún sentido ocultarlo ahora. Lo que sí hacía a veces era dejar que otros se copiaran de mí. Aunque muy rara vez (a pesar que mientras estábamos en medio de un examen me llovían peticiones, y ruegos. Muchas veces me hacía la sorda, total, sólo se acordaban de mí cuando les convenía).
Bueno, volviendo al tema (perdón por irme tanto por las ramas), yo creo que ella me odió porque en el Bachiller era mucho más difícil copiarse (obviamente, debido, entre otras cosas, a la cantidad de materia y dificultad), y sus notas bajaron considerablemente, mientras que las mías se mantuvieron casi intactas, sin copiar (ya les explicaré cuándo empecé a sacar a la luz mi lado oscuro).
Un buen día, decidió hacerse amiga de mi mejor amiga, que era súper popular. Débora me pidió permiso para contarle mis cosas, de manera que podríamos compartirlo entre las tres. Yo sabía cómo era esta chica (yo la conocía mejor de lo que la conocía Débora), pero como soy una persona que siempre cree en la gente y da oportunidades hasta a los más miserables (algunos ven esto como una virtud, pero créanme que es un gran defecto, sobre todo en esta tierra tan traicionera), decidí confiar en ella. Y me equivoqué.
Después de que Débora se enojara conmigo, me enteré que nuestra “amiga” estaba enterada de todo este asunto. De su propia boca lo supe. Y no sólo estaba enterada. Además de eso, fue ELLA la que le dijo que era mentira, que desde que me conocía que había intentado llamar la atención, etc. -.-
¿Tengo que decir lo que sentí en ese momento? Algo así como unas ganas tremendas de escupirle en la cara. Pero me lo guardé todo. Quedó todo bien sellado, como una bomba de relojería.
Además de cagarme la vida socialmente, también aprovechó para llenarle la cabeza a “la puta”. Por su culpa me puso un repugnante 6 en la nota final, lo cual me cerró las puertas para siempre para una beca en el extranjero. Hijas de puta. Hijas de mil puta. Perdón por la expresión, pero es así. Voy a explicarles cómo lo logró.
Yo había sacado un 9 en el examen. Pero claro, la prueba oral me tocó hacerla con mi querida compañera. Y como “la puta” confiaba en ella (porque le gustaba el franchute – y yo lo odio, yo soy de inglés - ), ésta le dijo que no me sabía los verbos, y que pronunciaba mal, y que me merecía un 6. Lo que pasa es que “la puta” tuvo la mala idea de que nosotras mismas nos corrigiéramos el examen (de esta forma ella tendría menos trabajo). Y la muy turra no desperdició la oportunidad. Aunque yo de esto no sabía nada.
El último día de clase, cuando me entregaron el boletín, pensé que había un error. UN TREMENDO ERROR. Y fui corriendo a mi profesor favorito, mi queridísimo profesor de dibujo técnico y a la vez el jefe de estudios (es como si fuera el director, pero se encarga directamente de este tipo de problemas), Agustín. Ay, cómo lo quería (y él a mí). Bueno, le fui a explicar que seguramente había un error, que no podía ser que tuviera un 6, porque había sacado un 9, etc. Él confiaba en mí, porque sabía que yo era muy aplicada en los estudios, entonces me prestó el teléfono de SU DESPACHO para llamarla y preguntarle acerca de esto. Él le explicó brevemente mi problema y me pasó con ella.
Lo que escuché del otro lado del auricular me dejó helada. Me explicó todo lo que ya dije antes, y me dijo (falsamente amable, como hizo todo el puto año) que la nota de mi otro examen no era lo único que contaba, y que a ella le importaba también la actitud en la clase. Ahhh claro. Mi actitud. Qué hija de puta. Seguramente tuvo en cuenta mi enorme interés por su materia. Que conste que yo no lo disimulaba. Y les juro que la única vez que casi me quedo dormida en una clase, fue en una de ella. De todas formas, yo sé que lo que más le importó para ponerme la nota fue que no puse dinero para comprarle un regalo de despedida, como hicieron todas las alumnas de nuestra clase (y Nicolás, claro, chupamedias). Sí, claro, iba a poner de mi escaso dinero para comprarle una estupidez como diciéndole, “te voy a extrañar el año que viene”… SI CUANDO ME ENTERÉ QUE SE PIRABA, CASI MONTO UNA FIESTA!!!!!!
Antes de pedirme que le vuelva a pasarle con el “señor Jefe de Estudios” (qué falsa, encima hablaba mal de mi Agustín, menos cuando estaba él delante, claro), me recomendó que me buscara un novio francés, para aprender el idioma. Cuando terminó de pronunciar esa frase, tuve que serenarme. Sólo por Agustín, al que le tenía mucho respeto. Le deseé un feliz verano y me contuve de destrozar el auricular contra el suelo. Después, ella habló con él, diciéndole que no me merecía más nota, y otras cosas que mejor no las pongo acá. Lo sé porque él me lo dijo inmediatamente después de colgar. Y yo le comenté que me alegraba mucho de que se fuera “esa señora”, y él, como siempre, me entendió perfectamente.
Ahh… Agustín. El mejor profesor que tuve nunca. Le podías pedir cualquier cosa, que él te lo daba (bueno, al menos a mí). Y eso que yo era nula en dibujo técnico, pero él me ayudó muchísimo.
Me fui completamente por las ramas, as always. Lo siento mucho. Y encima voy a cerrar el capítulo acá. Ni siquiera me acuerdo a qué venía todo esto, no sé cómo terminamos hablando de mi querido Agustín.
CONTINUARÁ

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