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Diario + Recuerdos = Mis Crisis Nerviosas

Para poder entender este blog, tienen que leer todo desde el principio. Se trata de una historia correlativa, la cual no van a entender si empizan desde la última entrada.
Las entradas que se titulan "Diario", siguen una línea aparte. Son opcionales a la biografía.
Espero que lo disfruten


DEDICADO A MI MEJOR AMIGA EN EL MUNDO MUNDIAL. Y A MI AMIGA LA DESAPARECIDA.

jueves, 4 de marzo de 2010

1º BAC. Epílogo 1



Les voy a presentar a mi profesor de física y química, al que sólo llamaré por su apodo, debido a las numerosas búsquedas que tiene en google. Su “nombre” era el Baras. Yo no tenía ni idea de por qué le llamaban así, y pronto se los explicaré.
Cuando entramos todos en 1º BAC, estaban todos muy nerviosos. La mayoría tenía miedo; otros sólo mostraban ansiedad, y la mayoría indiferencia. Yo era de la segunda camada, Nicolás era de la primera, y Julio de la última. No sé por qué los incluyo a ellos en mi relato, pero les recuerdo que en aquella época todavía vivíamos felices en armonía.
El Baras es conocido en toda la ciudad por su peculiar forma de dar clase. Yo personalmente no lo conocía, pero mis dos amigos sí, ya que ambos tienen hermanos mayores que ya habían pasado por el laboratorio del terror. Ésa era la razón por la Nicolás estaba cagado en las patas. Yo sólo mostraba cierta ansiedad, pero por el hecho de haber llegado a mi colegio número 10. Era emocionante xD.
Pero… ¿por qué era tan famoso? ¿Por qué todos le tenían miedo a ese viejo choto? Resulta que su fama se debía a que nunca explicaba nada, en los exámenes ponía temas dignos de una universidad y, quizá lo más curioso de todo (hasta el momento), fumaba en clase. Aun cuando estaba prohibido. Aun habiendo líquidos inflamables en el laboratorio (donde daríamos clase).
Me acuerdo que en nuestra primera clase, conseguimos sentarnos los tres atrás de todo, un sitio privilegiado, por cierto. Pasaríamos lo más desapercibidos posible.
El viejo choto resultó medir como 1.80 y pico, bastante gordo, pero con muchísima energía al caminar. Anteojos grandes y ojos muy chicos, con los cuales te miraba de una forma que me hacía estremecerme a veces. Tenía 63 creo, o algo así, y resulta que le faltaban dos años para jubilarse, pero no por eso iba a tomárselo con calma. (Mierda, el bebé no para de llorar, voy a tener que interrumpir acá)
Continuemos. Han pasado casi tres horas desde que escribí lo último, así que voy a releer para retomar el hilo. Ah, sí, el Baras.
Pronto comprendimos por qué le llamaban así. Resulta que el “ghicho” se la pasaba contándonos su vida, su forma de pensar, y todo tipo de anécdotas que no venían a nada, en vez de explicarnos la materia. Cuando se le daba por explicar, escribía garabatos en el pizarrón, muy difíciles de entender, y en cuanto terminaba el tema decía “¿está capiscado?”, o “¿capisci?”. Se creía gracioso, supongo. Pero tenía una mala leche…
Un día nos contó que no se había podido duchar ni afeitar antes de ir al instituto porque le habían cortado la luz. Repugnante. Pero no sólo eso. Muchas veces tenía un lindo pollo en la boca, que no tenía ningún pudor en sacar en plena charla. También cerraba la puerta con llave para que nadie entrara de golpe y lo viera fumando… esos días sí que daba miedo, créanme. Espeluznante. Aunque el día que más miedo pasamos todos fue cuando estábamos “jugando” con ácido sulfúrico. Obviamente, su pulso no era el de un adolescente, y casi tira todo. Pero les aseguro que leerlo acá, NO ES VIVIRLO. Sobre todo cuando nos hacía ponernos todos a su alrededor para mirar sus travesuras.
Yo me tuve que ganar al Baras a pulso. La fórmula secreta para aprobar, era caerle bien, y responder a sus preguntas egocéntricas de la mejor forma posible. Un día, el destino quiso que me dieran unas ganas repentinas de pasar mi libreta “a limpio”, y aproveché para aprenderme un par de definiciones, que siempre amenazaba con preguntarnos, y nunca lo hacía (porque su vida era más interesante que la física). Justo ese hermoso día, preguntó las definiciones. Y lo mejor de todo, me las acordaba. Le levanté la mano muy tímidamente y tuve que repetirlas un par de veces porque no me escuchaba. De ahí en más se dio cuenta que yo no era una “cualquiera”. Bueno, después aprobé como pude el examen final del primer trimestre (con un 5 y pico), y bueno, sólo aprobamos 3, ya saben quiénes. Y eso que justo me tocó una teoría que no había estudiado del todo…
En el segundo trimestre, me pude sacar un 7. Pero copiando, lo reconozco. Les voy a explicar.
Resulta que convencí a mi viejo de que me buscara un profesor particular. Era genial. Tenía casi 30 años y todavía no había podido terminar la carrera (ingeniería industrial). Pero mi materia sí que la explicaba bien!!!!! Y no sólo eso. A él también le había dado el Baras, así que lo conocía bien ^^. Me ayudó muchísimo. Lo mejor de todo era que tenía los apuntes viejos que le habían dado cuando él asistía a clases. Y estaban los problemas que ponía en los exámenes.
El día anterior a mi prueba, hicimos justo el problema que tocó en ella. Me quería morir. Tenía la carpeta ahí al lado, para copiarlo todo. Empecé a hacerlo, y como no me lo acordaba del todo, aproveché cuando el Baras se fue y lo copié todito, todito. Atrás mío estaba la “amiga” que me delató en el incidente con Anxos, y la muy descarada tuvo la geta de pedirme la hoja para copiar. La saqué cagando, por supuesto.
Más adelante me enteré de que le contó al profesor que yo me había copiado (es que ella se llevaba bien con el Baras, porque “le tiraba onda”, no porque estudiara). Y él le contestó que si no me había visto, no había ningún problema. ¿Quién me lo contó? Julio. ¿Dónde estaba yo en ese momento? No me acuerdo :P.
No voy a entrar en muchos más detalles porque seguramente estoy aburriendo al personal. Pero antes de terminar, voy a decirles que en la final me puso un 9. Realmente me lo merecía, pero ni idea de dónde se lo sacó. Y, bueno, teniendo en cuenta todo lo que tuve que hacer para sacar sietes… qué suerte. Me subió la media.
Próximo epilogo: actividades extraescolares. No se lo pierdan: promete.

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